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Hablillas

El día de Internet

Así nos hemos enterado de la muerte de Doris Day, sin duda la novia de América más longeva que conquistó al mundo entero.

Publicado: 20/05/2019 ·
17:41
· Actualizado: 20/05/2019 · 17:41
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Se trata de uno más en el calendario siguiendo la tendencia actual de estas dedicatorias a nivel mundial. Estas líneas han sido partícipes del adelanto que ha transformado la modernidad elevándola a límites colosales, tanto que uno no puede imaginarse qué tendremos en el móvil no ya dentro de veinte años, como se apuntaba en Saber y Ganar, sino el mes que viene y sin exagerar. La verdad es que produce vértigo. La pretensión de la cumbre celebrada en Túnez hace catorce años se ha cumplido con creces, ya que el usuario se encuentra inmerso y dependiente de Internet. Recordemos que la radio le ganó terreno a la televisión por la inmediatez de una noticia. Sólo había que esperar a la hora en punto para saber cómo iba el mundo. Ahora aparece el cintillo en el móvil o en el pc para acceder directamente. Así nos hemos enterado de la muerte de Doris Day, sin duda la novia de América más longeva que conquistó al mundo entero.

            Los comienzos de la televisión aquí fueron con ella, con un show hecho a su medida, destinado a entretener las tardes en que principiaba la década de los setenta. Es posible que no se recuerde el ángel de su cara que resaltaba aún más el  blanco y el negro, ya que la imagen que se rescata es la que pasaron todos los espacios informativos, con ella al piano cantando “qué será, será” a pleno pulmón. Hitchcock tampoco pudo resistirse a esta belleza rubia, a la que hizo cantar y sonreír muy poco en esta cinta. El maestro del suspense quiso mostrar con amplitud ese otro lado que apareció años antes al lado de Janes Cagney en Ámame o déjame, un drama musical de los muchos que la fueron consagrando título a título como una actriz excepcional de este género, encontrando su sitio entre Ann Miller, Rita Hayworth, Dolores Gray e incluso junto a sus antecesoras, Ruby Keeler y la propia Ginger Rogers, a la que admiraba.

El ofrecimiento para ser la Sra. Robinson en El Graduado, le hizo alargar la mano y apagar los focos del plató para dedicarse a los animales. Esta decisión tal vez reafirmara el símbolo de inocencia que contrastaba con el de su coetánea Marilyn Monroe y que la acompañó a pesar lo publicado sus memorias. Por sus ojos azules pasó todo lo que la vida le dio y le quitó. Los cerró la víspera del Día de Internet y a pesar de que en vida Doris Day ya gozaba de la inmortalidad, la casualidad ha querido regalarle la coincidencia del momento en que lo antiguo, lo que se guarda, se quede para siempre enredado en la modernidad. Se lo merece.

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