En cualquier caso, una vez que el número de móvil y las fotografías retocadas se encuentran en la nube, el control se pierde, aseguran.
Es una de las últimas que se pueden tener en el móvil, enfocada al entretenimiento a partir de la curiosidad. Estas líneas no descubren más de lo que se ha escrito sobre ella, que es bastante. Consistente en retocar hasta envejecer la imagen de alguien en una fotografía, el juego se ha convertido en algo peligroso, se dice, por el envío a los contactos, dando lugar a perder el control de la misma. El hecho de compartirla para comprobar los cambios, comentarlos o reírse, por ejemplo, es lo que se ha venido haciendo con esas otras que añaden corazones, ponen antifaces, caretas de animales o amplían los ojos hasta el susto. Lo que nace como entretenimiento para uno puede no ser lo mismo para otro, por lo que ya tratamos con la seguridad, la política de privacidad. La base central de esta aplicación no se encuentra en la Comunidad Económica Europea, por lo que se escapan muchos cabos. En cualquier caso, una vez que el número de móvil y las fotografías retocadas se encuentran en la nube, el control se pierde, aseguran. Es otra vuelta al tirabuzón, otra forma de exposición. Una vez más repetimos que hoy lo que no está en Internet no existe. La cuestión es la forma en que enos encontramos. Todo está informatizado, desde un simple documento a un historial médico, el champú que nos ponen en la peluquería y la lista de la compra. Todo enfocado a la comodidad del cliente, el paciente o el usuario, dependiendo del momento y el concepto. Es el tiempo que nos toca vivir y lo bueno, lo cómodo y lo útil tiene otro lado, sombrío y confuso por estar manejado por el aburrimiento o la malignidad. Con ésta aplicación se han publicado fotografías de famosos, comunicadores, periodistas, incluso hemos visto a la reina con arrugas. La pregunta es si ha habido solicitud de permiso. Si la imagense ha bajado de Internet, se le supone de uso público, por lo que en unos minutos todos los contactos y los de éstos habrán reído la ocurrencia. Claro que tras cuatro, cinco o diez fotografías la novedad, que ha ido perdiendo la fuerza del estreno por pulsaciones, se ha quedado tan vieja como ellas. Lo bueno es que las caras se han visto sin bótox ni cirugía. Habría que guardarlas para compararlas con la evolución natural de la imagen retratada. Y por el móvil no hay problema, si se estropea o se cambia, el trabajo estará en la nube, junto a nuestros datos. Ésta y otras aplicaciones espían aunque seleccionemos “no” al permiso, según explica un estudio realizado por Adsuara y Vallina-Rodríguez, expertos de Derecho Digital. Y son alrededor de trece mil. Preocupante.