Se trata de una voz definida como la diferencia de una persona o cosa con otra, sin embargo nuestra evocación la relaciona con lo visual en una primera lectura. Los apreciamos en la televisión, en los colores de los tejidos o en los desniveles de un paisaje llegando a sorprendernos, pero donde realmente hablan por sí mismos es en el arte, concretamente en la pintura. En una galería podemos advertir la conversación, la discusión e incluso la camaradería entre ellos a través de las obras. Al entrar apreciamos los espacios definidos por las formas y el color que muestran el fondo, la lectura, el mensaje que transmiten con el fin de emocionar. El espectador nota este impacto y cómo las palabras se agolpan queriendo ser elegidas para expresar lo que ellos dejan escapar, si pellizcan sus caricias o abrazan sus miradas. Es el momento en que estos contrastes empiezan complementarse, dejando un halo de misterio y emoción que capta el espectador.
Estos días podemos apreciarlos en nuestra ciudad, concretamente en Espacio Uno, una galería que recoge la exposición conjunta de Ía Navarro y Pedro Gabiola, una colección de pinturas y dibujos cuyos contrastes encarados entusiasman. Los trabajos de Ía Navarro murmullan desde el universo femenino que retratan los dos primeros. La pincelada firme y oscura se transforma con la rosada que aparece rompiendo los niveles, reafirmando la contundencia del discurso vindicativo que rezuman. El color es más visual en otras obras de menor tamaño y en la concebida como un homenaje a su abuelo. Desde el otro lado miran los trazos de Pedro Gabiola formando piedras y dólmenes. El empleo de la tinta china sobre papel, recurrir al dibujo, a las líneas limpias resulta evocador. El artista las reproduce en soledad y agrupadas, respetando su naturaleza inicial, alejando, a la vez, el concepto de mesa grande para el que fueron reunidas. Los colores primigenios facilitan la figuración, la realidad, pero no limitan la imaginación del espectador, que los identifica con el final de un paso de danza.
Una mirada alrededor nos descubre el equilibrio en estos dos espacios tan distintos, apreciando la unión misteriosa entre la serenidad y la inquietud, el silencio y el murmullo, la pincelada y el trazo, el trabajo y la emoción. Las palabras fluyen. Han encontrado el momento para quedarse en estos renglones, para expresar estos contrastes destinados a coexistir temporalmente en Espacio Uno.
Gracias de nuevo a Ía Navarro, a Alfonso Arenas y en esta ocasión a Pedro Gabiola.