Apenas pasaron los primeros días del confinamiento, se hablaba de cambio en nosotros una vez que volviera la normalidad. Nos parecía lejana y ya ha pasado la cuarentena larga que nos la devuelve por fases, gracias al cumplimiento de las normas y al desvelo de cuantos nos han ayudado. No ha sido fácil, ha requerido esfuerzo y mucha paciencia. Estas líneas han referido la ayuda y distracción que ha facilitado la tecnología, pero sobre todo el móvil, la conversación en los grupos y los videos compartidos.
Si recordamos un poco el comienzo de esta etapa, los primeros días se compartieron audios con chistes, adivinanzas con emoticonos, problemas matemáticos con figuras, enlaces para revistas y libros en formato de documento portátil. Poco después, la nostalgia trajo el colegio, la niñez y el brillo de las fotos en blanco y negro. Los videos de humor se fueron espaciando y sin perder la comicidad y el optimismo, han ido tomando el camino del arte, siendo la música y la pintura las ramas favoritas. Si el comienzo del confinamiento fue abanderado por las notas de Sobreviviré, estos últimos días las pantallas de los móviles nos han llevado ante el coro del teatro de La Maestranza que nos ha regalado Va, pensiero, del tercer acto de la ópera Nabuco, de Verdi como saben, con sus integrantes conformando un mosaico en la pantalla del pc, vestidos con ropa cómoda en su escenario particular, dándolo todo para que esta pieza inmortal transmitiera la emoción que logró extraviar el momento que estamos viviendo.
Faltó el aplauso, quizás, solo que esta vez no fue coral sino individual e inaudible por cuestión de distancia. Otros enlaces nos han llevado a grupos de cantantes famosos que no han dudado en realizar conciertos en solitario o compartir una pieza; con otros enlaces hemos asistido a conferencias y un buen número de ellos nos han situado delante de lienzos animados, sobre un fondo musical suave y tan bucólico que hemos podido oír el vuelo de los pájaros trinando, mezclándose con las carcajadas de las Tres Gracias, por ejemplo, contemplar lo que se llamó Sublime Terrible en las pinturas negras de Goya, revivir el paseo por el Jardín de las Delicias de El Bosco o formar parte del grupo de Las Meninas, asombrándonos con el pestañeo infantil y curioso de la infanta Margarita. Sin duda, estos momentos nos han ayudado a caminar por estos días que nos acercan a rozar la normalidad. Si hemos podido llegar hasta aquí, esforcémonos con este empujón que nos acerca al final. Ánimo.