Moguer jugó un papel destacado en el descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo, una hazaña en la que participaron moguereños destacados y que mantuvieron a la ciudad del Tinto en un lugar relevante destacado en el flujo de mercancías bienes y personas entre ambos mundos dotándola de gran esplendor.
En este momento histórico esplendoroso de relevancia en las transacciones comerciales y en las relaciones humanas con el Nuevo Mundo, que comienza a finales de siglo XV con la colaboración de este pueblo en la preparación de la empresa Colombina y se extiende hasta finales del XVI, fue decisiva las labores desarrolladas por descubridores como Bartolomé Ruiz de Estrada, o su hijo Martín Yáñez de Estrada.
En aras de recuperar ese pasado, de traerlo al presente para que siga siendo motivo de orgullo de las generaciones actuales, el Archivo Histórico de Moguer exhibe durante este mes el codicilo del testamento de Martín Yáñez de Estrada, fechado pocos días antes de su muerte, el 19 de diciembre de 1577.
En declaraciones a Efe, el director del archivo, Diego Ropero, ha explicado que Yáñez de Estrada acompañó a su padre, Bartolomé Ruiz de Estrada en el descubrimiento de Perú entre 1524-1531 y más tarde destacó como conquistador y poblador de la provincia de Santa Marta, durante los gobiernos de Rodrigo de Bastida, Álvarez Palomina y García de Lerma sirviendo a la corona "con sus armas y caballos en todas las entradas que se hicieron en dicho territorio".
Por estas labores descubridoras Bartolomé Ruiz fue honrado con el título de "Piloto Mayor de la mar del Sur en 1519" y él con el de Escribano del Número y del Concejo de la ciudad de Tumbes.
Bartolome Ruiz fue uno de los "trece de la fama" que decidieron en la Isla del Gallo continuar adelante con el viaje del descubrimiento de Perú, una hazaña que le valió el ser nombrado Caballero de Espuelas Doradas y por la que recibió un escudo de armas que usaron sus herederos.
Tras la muerte de su padre, en Cajamarca, Martín Yáñez regresó a Moguer donde pasó una larga enfermedad -dicen que estuvo en cama 13 años- en su casa de la entonces calle de las Alpujarras, la actual calle Obispo Infantes y tras recuperarse viajó de nuevo a las Indias para ocuparse de los asuntos de la familia, y ya en los últimos años de su vida regresó de nuevo a su ciudad natal, donde sirvió a las órdenes del Marqués de Villanueva del Fresno como encargado de cobrar sus rentas, hasta que falleció en 1577.
Siempre al servicio de la corona este conquistador, según ha explicado Ropero, realizó una modificación a su testamento, conocida como codicilo, que otorgó el 19 de diciembre ante el escribano público de Moguer Francisco Beltrán y que no llegó a firmar porque poco días después muere.
Es precisamente este codicilo, que aparece cosido al testamento que hizo "estando enfermo del cuerpo pero no de voluntad" y a otro documento de 1561 de "su puño y letra" en el que reconoce unas deudas que tiene contraídas, el que se exhibe en Moguer.
"Es un documento interesante porque son las últimas voluntades de uno de los conquistadores del Perú y Tierra Llana", ha precisado el director del Archivo y porque "nos lleva a recordar que Moguer jugaba, en esos momentos, un papel relevante en las relaciones humanas con el Nuevo Mundo".