Hablar de
Rocío Ramos-Paúl es hacerlo también de
Supernanny, el programa de televisión que marcó a más de una generación, la psicóloga que mejor ayudaba a padres y madres en apuros, quien daba consejos sobre cómo educar a los hijos con el fin de corregir los problemas de conducta que pudieran presentar. El programa que estuvo en antena durante diez temporadas desde 2006, dejó grandes momentos para la historia de la televisión española, pero si hay algo que caracterizaba a esta coach y psicóloga sevillana era su eficacia hasta con los niños más incontrolables.
Esta semana pasada aterrizó en
Jerez de la mano de
Espirituosos España para impartir una charla enmarcada dentro de las acciones de la Red Menores ni una gota, de la que el Ayuntamiento de la ciudad forma parte desde 2014. El proyecto que recorre cada rincón de España, tiene como objetivo generar una conciencia social que ayude a contribuir a la prevención del consumo de alcohol en menores de edad. Un encuentro con familias y educadores en el que la psicóloga dio a conocer pautas y herramientas para enfrentarse a un posible consumo precoz de bebidas alcohólicas. Una información que también vino apoyada con la guía gratuita Más de 100 razones para que un menor no beba alcohol, elaborada por la propia coach.
¿Consumen más bebidas alcohólicas los menores de ahora que los de hace quince años?
–No, parece que cada vez optan por no beber, incluso los hay que no consumen nada. Ha desaparecido bastante lo que conocíamos por el consumo del atracón. Además, ha subido la edad de inicio de consumo, hace unos diez años estaba en trece años y medio, y ahora rondamos los catorce. Esto último es muy importante de cara al autocontrol, la capacidad de decir no, no bebo y busco otra alternativa.
¿Cómo deben tratar el tema los padres si sus hijos beben?
–Hay que actuar antes, hay que hablar del tema con los hijos a través de una buena comunicación. Generar un ambiente relajado, por ejemplo, que las comidas no sirvan solo para echar en cara lo que se ha hecho mal durante el día, todo lo contrario. Un buen inicio sería abordar el tema en tercera persona, he leído que, me ha contado que. A los padres, cuando los hijos comienzan a consumir alcohol, les gustaría que les dijeran en el momento todos los detalles, y es que el trabajo tiene que hacerse previamente, si tus hijos de pequeños no te han contando con quien se han peleado en el recreo, luego no les puedes pedir que te cuenten todo de golpe.
Y las redes sociales, ¿influyen a la hora de que los menores ingieran bebidas alcohólicas?
–Soléis hablar de las redes sociales en negativo, pero las redes son una realidad, están ahí e indudablemente tienen influencias. Cualquier persona influyente está en redes, sobre todo Instagram, cuando se banaliza el consume de alcohol en menores existe un componente de imitación que pueden replicar, pero tiene mucho más peso el grupo de iguales, y si entre las salidas está el consumo de alcohol y quieren pertenecer al grupo hay más probabilidades de que lo haga que si lo ha visto en un influencer en las redes.
Y si el entorno no nos gusta, ¿qué se puede hacer para evitarlo?
–Evitar es prohibir, y si prohibís consigues todo lo contrario. En general, hay que trabajar que los chavales tengan más de un grupo. Si solo se reduce a un núcleo de amistades, lo que habrá que buscar será una alternativa de ocio distinta al del alcohol. Un deporte o hobby, introducir nuevos intereses, cuantos más jóvenes conozcas, más probabilidades hay de que el alcohol no aparezca. Podría ser una opción escoger un deporte dentro de sus responsabilidades y que te cuente luego los amigos que ha hecho o incentivarle, que se venga tu amigo a casa y yo preparo la merienda que más os guste. Los amigos, prohibirlos no, conocerlos sí y abrir el círculo.
¿Cómo banalizan los menores el consumo de alcohol?
–Un chaval de entre 14 y 16 años cree que es Superman, que siempre va a estar sano y no le va a pasar nada, que eso les pasa a los mayores. Pero porque evolutivamente no son capaces de mirar a largo plazo, ya les cuesta a medio, ellos van al corto, lo que les produzca placer en el más amplio sentido de la palabra, salir con los amigos, hacer botellón, ahí lo tenemos. Tienen que escuchar el daño que puede hacer el alcohol.
¿Cuál sería el perfil más preocupante?
–El del menor que no tiene otro ocio, que abandona todos los intereses que tenía hasta el momento, el que disminuye el rendimiento académico, el que utiliza el alcohol para anestesiarse.
Ante el alcohol, ¿deben los padres ceder en algún momento?
–En ningún momento se lo debemos facilitar. Una vez que das permiso, ellos no van a entender que solo sea una vez, ellos entienden que ya pueden. Imagínate, les dejas brindar en Navidad y luego te dirán que es que les dejaste y a ver qué respondes.
¿Cómo hay que tratarlos?
–La comunicación es la base, hay que negociar continuamente, flexibilizar y ellos tienen que asumir responsabilidades.
Por último, ¿qué piensa del castigo?
–Si el castigo se pone a la misma intensidad de la conducta, sí. Por ejemplo, como has llegado tarde la próxima semana, el viernes no sales. Mucho mejor si se le cuenta antes en la negociación. Los menores lo viven como justo, protestan pero los cumplen. El castigo debe ser algo negativo y lo más próximo a la conducta