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Jerez

Y la Feria del Caballo se convirtió en una ‘ciudad de vacaciones’

El Real se consolida año tras año como destino final de grupos organizados que no tienen que compatibilizar la fiesta con trabajo ni estudios

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El paseo de caballos en este Jueves de Feria

"En la cuarta los lances definitivos, que se sienta en su vuelo pájaro herido”.

La Feria de Jerez empezó este jueves - o 'juernes'- a bailar la cuarta y no sé yo cómo se siente un pájaro herido en pleno vuelo, pero aquí quien más y quien menos anda ya buscando la puerta de salida del parque González Hontoria.

Casi todos quizá menos aquellos que un día vinieron sin interés alguno en marcharse. Y eso que la temperatura confirmó el respiro que ya había apuntado el miércoles del mujerío, con máximas que apenas alcanzaron siquiera los 27 grados.

Ocurre sin embargo que empiezan a acumularse los excesos y se llega a echar de menos la vida anterior. Claro que no es menos cierto que da cierta pereza asumir que se quiera o no va a llegar el momento de salir fuera del Real y toparse de bruces con la realidad.

Y esa realidad se nos hizo presente en forma de inicio de una nueva campaña electoral. Desde este jueves los políticos locales ya tienen plena libertad para pedirnos el voto, como si acaso no estuvieran en la tarea desde que echaron los primeros dientes.

Pero como esos lances definitivos y ese vuelo de pájaro herido han venido a coincidir con esa primera sevillana de la campaña electoral, candidatas y candidatos aprovecharon el tablao de la Feria para echar esa pataíta del voto y el cartel, de (mala) suerte que no habrá modo de escapar a la realidad ni fuera ni dentro del parque González Hontoria.

Los 'juegos municipales del politiqueo' han comenzado en las postrimerías de la Feria y disputarán la finalísima en plena romería del Rocío.

Este jueves de Feria se ha dado de bruces con el inicio de la campaña como un camión de reparto se pegó un leñazo a primera hora de la mañana contra el alumbrado en uno de los paseos principales del Real, que quedó tan malherido como el pájaro de la sevillana. En verdad, eso, más que chocar con la realidad, es arrasarla, pero tampoco es que llegara la sangre al río ni que la Feria se volatilizara por cuatro bombillas.

Aquí no hay horarios salvo para los que tienen que trabajar. Cada cual entra y sale del Real cuando le apetece. Los hay que no terminan de salir de allí y los hay que no llegan a entrar en toda la semana. A los hosteleros apenas les queda tiempo para hacer otra cosa que no sea estar en la caseta. Están relativamente satisfechos con el devenir de la semana, de lo que cabe extraer la conclusión de que la cosa va bien.

Pero siempre hay un 'pero'. “Me ha dicho una gitana de las que vende claveles a la que conozco desde hace ya muchos años que la Feria está rara porque le cuesta mucho trabajo sacarle un euro a la gente”. Pues igual ni en el Instituto Tecnológico de Massachusetts lo hubieran explicado mejor.

Eso sí. En el tema del clavel se racanea todo lo que se puede y los pimientos están muy caros, pero para vestuario no falta un perejil. Si hace falta comprarse un traje para cada día de la semana se compra, aunque a uno no le guste la Feria y quiera ahora aparentar que nació en la caseta de los Karcomedo, que en gloria esté.

Esto es, y perdón por la incorrección política en tiempos de carteles y peticiones de voto, aquello del “arte de disimular” que dijo Pemán, que nos conocía como si nos hubiera parido.

Y ahora, cuando usted se siente en su vuelo pájaro herido, se le ocurre venir a Jerez a ese señor con el que intercambió teléfonos en una excursión por los Picos de Europa, el mismo ante el que presumió de que la de Jerez era 'la mejón Feria del mundo'. Sin un duro en la cartera, preso de la alergia y del resfriado provocado por el aire acondicionado de aquella caseta en la que se estaba la mar de bien y con más ganas de quedarse en casa a ver Eurovisión que de andar por ahí buscando algún rinconcito del parque que al menos parcialmente se ajuste a aquella historia que le contó. Ay, si es que a veces es mejor no abrir la boca…

Ahora que hay estadísticas para todo y que las cosas se saben prácticamente en tiempo real gracias a la geolocalización, sería interesante que alguna herramienta nos dijera cuánta gente hay en el parque González Hontoria y, sobre todo, su lugar de procedencia. Quizá nos lleváramos una sorpresa, porque igual los jerezanos estamos en clara minoría.

Lo saben los caseteros, que con mucha antelación atienden reservas de grupos llegados de todos los rincones de España. Lo saben también los conductores de los autobuses urbanos, un servicio que utilizan muchísimos visitantes. Y lo sabe la gitana del clavel. Bueno, esa en realidad, lo sabe casi todo sin necesidad de haber pasado por Massachusetts.

A las seis de la tarde el Real asiste a ferias para todos los gustos, donde conviven los curiosos que no pierden detalle del paseo de caballos con quienes acaban de terminar de comer y con aquellos otros que acaban de llegar para beber lo que se pueda y aprovechar la música en directo que ofrecen ya la mayoría de las casetas.

Los grupos organizados que llevan años bajando a la Feria conocen ya todos sus secretos, porque además vienen todos los años y no perdonan un día.

El parque González Hontoria es su Marina d’Or. Para ellos no se trata de una fiesta que hay que hacer compatible con el trabajo o los estudios. No deben atender compromisos en caseta alguna ni reunirse con compañeros de nada. Han ahorrado para que ahora nada les resulte caro y les importa poco todo aquello que no tenga que ver con su propia diversión. En definitiva, hacen lo que cualquiera que viaja por placer.

Por eso ni les va ni les viene el inicio de una campaña electoral con la que ya se encontrarán la semana que viene cuando regresen a Vitoria, Reinosa o Pozuelo de Alarcón. Usted siga mientras tanto tratando de sobrevivir a esto, cual pájaro herido, asistiendo a este juernes de Feria de pegada de carteles y envidiando a quienes han hecho del Real una 'ciudad de vacaciones'.   

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