Más de seis décadas lleva María Vargas en los escenarios y sonríe como la primera vez que lo hizo. Nunca ha perdido la ilusión y eso lo saben quienes la conocen, porque todos los días comparte en sus redes sociales y vía WhatsApp distintas fotografías o actuaciones de otros tiempos que hacen que sus ilusiones se renueven. La cantaora, que vio la luz en Sanlúcar de Barrameda un día de abril de 1947, es una de las pocas artistas representativas de una época dorada en la que compartió carteles con el mismísimo Juan Talega, Antonio Mairena, La Paquera de Jerez o La Perla de Cádiz.
Escucharla hablar es abrir un capítulo de la historia del cante, pues desde su niñez, cuando cantaba saetas, es testigo de unas formas interpretativas arcaicas y conocedora de las distintas escuelas en las que se fundamenta el flamenco actual. Su padre era el que la acompañaba y protegía para que nadie se propasara, para que tomara el camino más correcto. De Sanlúcar a Jerez, para cantar las letras de Antonio Gallardo junto a Manuel Morao y editar sus primeros elepés, y posteriormente a Madrid para placearse por tablaos como Canasteros, de su idolatrado Caracol, Las Brujas o Café de Chinitas.
“Mi corazón tiene una parte en Madrid, porque allí he vivido durante gran parte de mi vida, he formado mi familia y descansan los restos mortales de mis padres. Mis hijos nacieron allí y como artista siempre me ha dado mucho”, comenta para este medio la artista que desde hace unos años vive en Jerez, “que es como mi segunda tierra”, pero sin duda está más orgullosa de Sanlúcar que nunca. No es para menos, pues además de reconocimientos como el de la plaza que lleva su nombre, inaugurada en 2009, o los recibidos por distintas entidades, ahora le llega uno de los “premios más importantes de mi vida, no me lo esperaba y cuando me lo comentó la alcaldesa me eché a llorar”, dice. El 15 de noviembre a la una de la tarde, María será nombrada oficialmente Hija Predilecta de Sanlúcar de Barrameda, cuna a la que siempre ha profesado “un amor incondicional. Es mi alma, mi cuerpo y mi corazón”.
Es el resultado de un movimiento que impulsó el escritor Servando Repetto, aceptado por la primera edil y refrendado en pleno por el resto de la corporación. “Fui a una presentación de un libro hace unos meses, que publicaba Juan Hidalgo, y ahí me lo dijeron extraoficialmente. Qué alegría me dio, no me lo creía”, reconoce.
María, que luce en sus vitrinas premios de suma importancia como la mismísima Medalla al Mérito de las Bellas Artes, admite que “este premio me da vida”. Y no será la única muestra de respeto de la que gozará públicamente la sanluqueña en el mes de noviembre, todo lo contrario. El 5 de este mes, la Peña Tío José de Paula dará inicio a su vigésima séptima edición del Curso de Enseñanza de Cante dedicándole la primera sesión a su persona, vida y obra, de la mano de la escritora y periodista Estela Zatania.
Otra fecha importante en su calendario es la del 13 de noviembre, pues participará en el homenaje que se le rendirá a La Perla de Cádiz como cierre de su centenario, recibiendo esa misma noche la Insignia de Oro de la Cátedra de Flamencología de Cádiz. Para rematar, el 16 de noviembre, por el Día del Flamenco y coincidiendo también que se celebra en su tierra, la EFA (Escuela Flamenco de Andalucía) le reconocerá con el Premio de Honor Internacional de Flamenco Manolo Sanlúcar.
“Es un honor recibir estos premios en vida, porque una cuando no esté pues no lo va a disfrutar por lo que solo me queda que Jerez, a la que tanto quiero, me haga algo especial”, concluye.
