Nací en Jerez, que es tierra de gitanos inmensos, yo diría que de los mejores, y en un barrio de gente buena y gitana por más señas. Vine al mundo un veintiuno de enero. Les ajusto más, para que echen sus cuentas: el veintiuno de enero de 1923. Así lo contaba un día Lola Flores, la Lola de España, la que vio la luz en la calle Sol, donde su padre Pedro Flores, natural de La Palma del Condado, regentaba un pequeño bar, La Fe.
Tal día como este lunes hubiese cumplido 90 años. Y Jerez no la recordó. Quizá era una artista que no bailaba mejor que nadie, que no cantaba mejor que nadie, pero que llenaba los escenarios como nadie, que tenía un carisma que traspasaba todas las fronteras. Lola era Lola. Única, inimitable, inigualable. Era Lola, esa Lola de la que Paco Cepero dice que pasará un siglo, o dos, sin que pueda nacer alguien como ella. Y era jerezana y se le iba a poner un museo que duerme en el sueño de los tiempos. Como duerme no se sabe dónde el busto que en San Agustín había de Don Antonio Chacón, uno de los más grandes cantaores que ha dado esta tierra , que a veces tan injusta es con sus hijos.
Si Lola en lugar de nacer en Jerez, en San Miguel, hubiese nacido en otro sitio ese museo estaría montado y preparado y su 90 cumpleaños no hubiese pasado tan desapercibido como ha pasado. Lola Flores no pasó por la vida como pasó para quedar en el olvido. Rosario Ruiz, su madre, que abandonase su Sanlúcar natal para venir a Jerez, no parió a Lola para que Jerez cumpliese dándole su nombre a una avenida o haciéndole un monumento. Lola merece ese museo y Jerez se lo debe.
Ese museo como Julio Romero de Torres lo tiene en Córdoba. “Torbellino de colores/ no hay en el mundo una flor/ que el viento mueva mejor/ que se mueve Lola Flores”, escribió de ella José María Pemán. La Faraona murió en 1995 pero para el mundo del baile, del cante, del cine, de la farándula no ha muerto, porque una artista como Lola nace una vez cada muchísimos años. Y Jerez sigue teniendo una deuda importante con ella. Y seguro que Jerez, que ha pasado de puntillas por el que hubiese sido su 90 cumpleaños, se afanará para que Lola tenga su museo.