Hace unos meses, quizás menos, se ha puesto de moda en España un supuesto y nuevo método de reivindicación llamado escrache, pero que realmente es un acoso a determinados responsables políticos. También es justo decir que, a priori, la generalidad es que no han sido manifestaciones violentas desde el punto de vista físico, aunque a algunos no les hubiese importado que así fuera. El problema de los desahucios ha sido la excusa, el objetivo es generar una sensación de inestabilidad social y, sobre todo, una utilización de las minorías radicales por determinados partidos políticos para aparentar que el responsable del problema es el Partido Popular. Electoralismo al fin y al cabo.
Y decimos esto porque el análisis no permite otra conclusión. Protestar por un problema es legítimo, razonable y democrático. Si además el problema es de importante calado social como es el caso de la vivienda, ante una situación de crisis económica e importantes niveles de desempleo, pudiera parecer razonable la legítima libertad de expresión, siempre bajo la reglas de la democracia. Pero, y aquí esta la clave, lo que no parece proporcionado es que estas manifestaciones, acosos en realidad, se dirijan única y exclusivamente a representantes del Partido Popular, el único partido que, de acuerdo con la Constitución, está legislando para intentar poner remedio a este problema.
Si fue el PSOE el que aprobó mediante decreto-ley los desahucios exprés, si en Andalucía la competencia en materia de vivienda es de la Junta de Andalucía gobernada por PSOE e Izquierda Unida, si hay viviendas vacías del parque público de viviendas de EPSA, si la Junta de Andalucía sigue desahuciando a personas de las viviendas públicas, si hay dirigentes sindicales que disfrutan de viviendas de lujo pagadas con el dinero de todos, si durante el último año de gobierno del PSOE en España se iniciaron más de 80.000 expedientes de desahucios, ¿cómo se justifica que estos acosos se hagan exclusivamente a dirigentes del Partido Popular? No parece ni lógico ni razonable, aunque por concepto no estemos de acuerdo con este tipo de manifestaciones.
No sabemos si es que determinadas minorías radicales piensan que los hombres y mujeres del Partido Popular siempre deben ser los objetivos de sus reivindicaciones. Nadie entiende por qué el PSOE e Izquierda Unida no hayan condenado públicamente estos métodos de acoso. Si esto consiste en que hay que ir a manifestarse a Sevilla ante el despacho de la consejera de Vivienda, somos muchos a los que no se nos caen los anillos en hacerlo. Si esto consiste en que hay que acampar delante del palacio del presidente Griñán, que nadie crea que no se hace por cuestión de complejos. Si hay que hacerlo se hace, la gran diferencia es que la mayoría de los españoles y andaluces pensamos en que se deben respetar las leyes, simplemente y llanamente.
Por mucho que se intenten enmascarar este tipo de actitudes bajo la legítima libertad de expresión, mientras sólo se dirijan contra los que están intentando solucionar los problemas, y los responsables queden al margen tras un silencio cómplice, la conclusión de la mayoría es que estos acosos no son más que puro electoralismo.
Jerez
Acosos, escraches o puro electoralismo
Si esto consiste en que hay que ir a manifestarse a Sevilla ante el despacho de la consejera de Vivienda, somos muchos a los que no se nos caen los anillos en hacerlo
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