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Jerez

El último S.O.S. del Villamarta

La fundación que gestiona uno de los equipamientos culturales más importantes de la provincia será disuelta en 15 días si no resuelve un desequilibrio financiero anual de unos 300.000 euros.

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  • Las butacas del teatro -

A punto de cumplir 20 años, el proyecto cultural y estratégico que representa el Teatro Villamarta para Jerez y la provincia está al borde del precipicio. Muy lejos queda ya el esplendor de aquella gala inaugural de noviembre de 1996 con Alfredo Kraus sobre el escenario y la infanta Elena de Borbón y Jaime de Marichalar acomodados en el palco de protocolo del coliseo. Si en estas dos décadas de funcionamiento desde la reinauguración –el edificio se construyó en 1928 y se cerró en 1986- el público raras veces ha dado la espalda, no ha sucedido lo mismo con las administraciones, incluido el propio Ayuntamiento, principal responsable de garantizar su correcta financiación. De hecho, el gobierno local tiene apenas quince días para evitar la disolución de la fundación que sostiene la gestión administrativa y el funcionamiento interno de una de las instituciones más importantes de la provincia. Fuentes del gobierno local no han aclarado cuál es el plan diseñado, si lo hay, para salvar de la quema a una de las referencias escénicas de Andalucía, especialmente a través de dos de sus iniciativas de contrastado prestigio: el Festival de Jerez y el Centro Lírico del Sur.

La ley de racionalización del sector público impulsada por el Gobierno de Rajoy dicta la liquidación automática el próximo 1 de diciembre de todas aquellas sociedades y organismos públicos que no hayan corregido sus desequilibrios financieros. En el caso de Villamarta, aún sin el cierre del ejercicio 2014 y pendiente de 2015, el déficit operativo ronda los 300.000 euros anuales. Lo más llamativo es que esta distorsión de las cuentas no responde a una mala gestión de la oferta artística o a una pobre publicidad, sino al insuficiente apoyo municipal para consolidar el coste en personal y gasto corriente (agua, luz, telecomunicaciones, seguros...), a diferencia de lo que sucede con otros servicios públicos que presta el Ayuntamiento. Ni los planes de eficiencia en el gasto que puso en marcha la administración del teatro desde 2009, ni los planes de ajuste en materia de personal (3 empleados fijos y 6 temporales menos desde 2014) han servido para cuadrar las cuentas. En octubre de 2013 se alcanzó un acuerdo para el pago de la deuda con la Seguridad Social, que ascendía a unos 580.000 euros, y que se va abonando en amortizaciones mensuales (durante 60 meses) de unos 9.500 euros. Los datos de auditoría de 2014, a los que ha accedido este medio, señalan que la programación artística tuvo un coste en el último año de 1.058.894 euros frente a unos ingresos por taquilla de 1.068.284 euros. ¿Qué falla entonces si todo parece ordenado?

El que fuera máximo responsable del teatro desde su reapertura hace 20 años, Francisco López, ofrece la clave: “No es una situación sobrevenida ni desconocida para supromotor, el Ayuntamiento de Jerez. Hace más de 10 años que se dio la voz de alerta sobre un problema estructural que afecta a su financiación y que es fruto de un trato discriminatorio e inexplicable con respecto a los demás servicios municipales, sea cuál sea su índole”. En síntesis, “el Ayuntamiento no cubre año tras año sus gastos de personal y funcionamiento”. Si se rebobina cuatro temporadas atrás, el anterior mandato también ha pasado en blanco para Villamarta.

“Todo está en el aire ahora mismo”, aseguraba la exalcaldesa María José García-Pelayo en julio de 2011, recién aterrizada en la Alcaldía, al ser cuestionada por el futuro del principal equipamiento cultural de la ciudad. Un mes después, su gobierno anunciaba el ansiado contrato-programa (previsión estable de ingresos y gastos a largo plazo) que homologaba a Villamarta al resto de servicios municipales y le dotaba de una fórmula de sostenimiento similar a la de los grandes espacios escénicos del país. En la práctica, todo siguió igual. Si el Ayuntamiento subvencionaba el 68% de los costes de funcionamiento del teatro en 1997, desde 2004 ha ido rebajando su aportación hasta solo cubrir en la actualidad el 39% de los mismos. “¿Es imaginable aplicar estamisma ratio de financiación a cualquier otro servicio municipal, ya sea administrativo, social o urbanístico; no cubriendo sistemáticamente un 40% del coste de las nóminas del personal y gastos fijos?”, pregunta López, que fue cesado hace un año por el anterior gobierno, tras dos décadas al frente de la dirección general del proyecto, bajo el argumento del ahorro en personal.

El Festival de Jerez, la muestra de baile flamenco y danza española más importante del mundo, se ha presentado oficialmente con aires externos de celebración, cumple dos décadas en 2016, aunque con ambiente fúnebre de puertas para adentro. No extraña ante la incertidumbre que se cierne sobre el edificio de la plaza Romero Martínez. “Me despierto de madrugada pensando en si podremos pagar la luz”, confiesa Isamay Benavente, directora del espacio. Esta linense que se hizo con las riendas de Villamarta en 2008 –trabaja en la fundación desde 1996- termina de tejer la programación del Festival y de rematar la temporada mientras hace malabares para llegar a fin de mes afrontando a pulmón los gastos más nimios. Consultada por este medio, niega conocer qué futuro inmediato le espera a la fundación, aunque no oculta que una disolución legal y una absorción por parte del Ayuntamiento sería un puntillazo y una irreversible pérdida de operatividad en el funcionamiento diario. “Renunciar a su figura legal actual implicaría la imposibilidad deacceder a toda una serie de ayudas y beneficios que, indefectiblemente, llevaría no sólo a un empobrecimiento del proyecto cultural, sino también a un golpe bajo a la potencialidad turística de Jerez”, apuntala López.
Un mandato después todo sigue igual: en el aire. O peor, al filo de lo imposible. El presupuesto del teatro ha ido menguando al son de la reducción de la aportación municipal y en línea, para colmo, con los recortes o directamente la extinción de subvenciones de la Junta de Andalucía y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (Inaem), dependiente del Ministerio de Cultura. Desde 1996, como se ha dicho, la subvención municipal para el sostenimiento de Villamarta no ha dejado de menguar, mientras que las aportaciones de las otras dos administraciones públicas patrocinadoras han sufrido un tijeretazo del 83% desde 2008, año que estalló la gran recesión. El último presupuesto aprobado por la fundación ascendió en 2014 a 3,2 millones de euros, idéntica cantidad a la contabilizada hace veinte años. Sin embargo, si en 1997 la transferencia en concepto de subvención municipal era de 2,18 millones de euros, para el último ejercicio fue de 1,26 millones, un 42% menos. ¿En qué se traduce esto? En el referido desequilibrio financiero que ha llevado al estrangulamiento del ente que gestiona este equipamiento cultural.

Teniendo en cuenta que la programación está sostenida por los ingresos de taquilla y las subvenciones finalistas –cada vez menores-, la realidad de Villamarta es tan triste en estos momentos que aunque clausurase sus puertas durante un año seguiría cerrando con déficit la fundación que lo gestiona. Mientras que voces tan autorizadas como las del director de la Orquesta Filarmónica de Málaga, Manuel Hernández Silva, declaraban recientemente que la temporada musical y lírica de Villamarta está “a años luz” de la del Cervantes de la capital de la Costa del Sol –prueba de que no todo es dinero-, los escasos apoyos institucionales relegan al teatro jerezano a una segunda o tercera división en la escena nacional. No hay que olvidar que el apoyo de Junta y Gobierno central no ha sido continuo hasta 2005, cuando tanto Cultura como el Inaem empezaron a subvencionar año tras año el Festival de Jerez y el Centro Lírico del Sur.

Un tratamiento injusto si se tiene en cuenta el impacto social, cultural y económico creciente que este equipamiento tiene para Jerez y la provincia. Eso que los políticos llaman “retorno” de las inversiones públicas. Solo en 2014 se realizaron en este espacio 338 actividades, estando ocupado 277 días del año. Jerez es la ciudad de la provincia que, gracias a Villamarta, más empleo genera en la industria cultural y un estudio de Deloitte sobre la actividad operística en España aseguraba que cada euro del presupuesto del coliseo jerezano genera 2,32 euros en el PIB del Estado. Hay más: los datos de un análisis de la Diputación de Cádiz sobre el Festival de Jerez arrojaban un impacto de gasto medio por participante de unos 1.700 euros. En 2015 llegaron a la ciudad un millar de cursillistas procedentes de 30 países y en total participaron en todas las actividades del certamen unas 33.000 personas. El Teatro genera una media de 1.500 impactos mediáticos a nivel internacional, nacional y regional, así como unos 2.500 en medios locales. Hace solo un fin de semana, un montaje de ópera, un concierto de una estrella del pop y una función teatral para niños atrajo al centro de Jerez a unos tres millares de personas. ¿Alguien duda de la rentabilidad de este servicio público liderado por el Ayuntamiento y de la necesidad de atender con urgencia su último SOS?

Junta e Inaem: del cénit a la huida tras la crisis

El Gobierno andaluz retiró en 2012 la subvención a la temporada lírica de Villamarta, pese a que entre 2006 y 2010 llegó a aportar 600.000 euros anuales para esta iniciativa. En los años más duros de crisis solo ha mantenido la ayuda al Festival, que ya se ha anunciado que en su vigésimo aniversario volverá a ser tan pobre como la de las últimas dos ediciones: 75.000 euros frente a los 465.000 euros, por ejemplo, que recibe el Festival de Música y Danza de Granada o las millonarias inversiones que inyecta a la Bienal de Flamenco de Sevilla.

En el caso del Ministerio de Cultura, el Inaem restauró la subvención para el Centro Lírico del Sur en 2014 tras dos años en blanco, aportando unos discretos30.000 euros, mientras que para la producción del Festival ha colaborado este año con 54.000 euros, unos 100.000 menos de los que llegó a aportar en 2008. Fue aquel año el de mayor inversión pública en el Villamarta, pues ambas administraciones transfirieron 955.000 euros para los dos proyectos culturales más relevantes del coliseo. Fue el año de mayor presupuesto de la historia reciente del Teatro y, aun así, la aportación municipal solo cubrió entonces el 28% del total de los gastos. Obviamente la coyuntura ya no es la misma, pero el impacto positivo y estratégico de Villamarta en Jerez y su entorno bien merecería un tratamiento más acorde por parte de los poderes públicos supramunicipales.

A lo anterior se suma el hecho de que el patrocinio privado también ha caído bruscamente: en torno a un 70-80% desde el inicio de la crisis. Y otras administraciones públicas como Diputación hace años que tampoco comparecen. De igual modo, los ingresos por otras vías alternativas siguen en punto muerto. El Ayuntamiento en el último mandato siguió usando a su antojo el escenario de la plaza Romero Martínez para todo tipo de actividades ajenas a la programación y, al tiempo, mantuvo la insana costumbre de no abonar nada a cambio ni exigir a los promotores de tales actividades pago alguno. De remate, el IVA del 21% que incomprensiblemente aplicó el Gobierno de Rajoy a los productos culturales tampoco ha ayudado a mejorar la situación financiera del Teatro. Dos musicales y un ballet han cancelado en el último año las funciones programadas en Jerez alegando problemas de rentabilidad derivados de esta decisión estatal.

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