Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue un conquistador español, nacido en Jerez en el siglo XVI. Viajó en dos ocasiones al Nuevo Mundo, la primera al norte, como expedicionario en la conquista de la Florida y la segunda al sur, como gobernador del Río de la Plata. Su historia no se recuerda por los territorios o riquezas conquistadas, sino por la entereza y resistencia que le permitió sobrevivir, junto con otros tres compañeros, como esclavo, buhonero y curandero de los indios durante más de ocho años. La empatía que mostró por las poblaciones indígenas y el detalle de su épica aventura se conocen gracias a sus propias memorias, que recogió en dos libros, Naufragios (1542) y Comentarios (1555). El primero de ellos sirvió de inspiración al autor teatral José Sanchis Sinisterra para su Naufragios de Álvar Núñez (1991), estrenada el pasado 12 de febrero en el Centro Dramático Nacional de Madrid, donde estará en cartel hasta el 29 de marzo, bajo la dirección de Magüi Mira. La obra cuenta como protagonistas principales con Jesús Noguero, en la piel del conquistador jerezano, y Pepón Nieto, como Pánfilo de Narvaez, también militar y conquistador español -la isla de Cuba, entre otras- al que la corona nombró adelantado de la Florida.
En Naufragios, Álvar Núñez relata en tono autobiográfico su primera aventura americana: la desastrosa expedición a La Florida, emprendida en 1527 bajo el mando del gobernador Pánfilo de Narváez, y el cúmulo de infortunios que, por espacio de casi diez años, le arrastraron a él y a otros tres supervivientes a lo largo de unos 18.000 kilómetros por tierras inhóspitas y climas adversos.
“El texto nos induce a plantearnos la problemática de la alteridad, el fracaso de la relación con el otro como paradigma de la conquista de América, de toda conquista y colonización, de toda tentativa de colonizar al otro, ya sea ignorándolo, negándolo, impidiéndole ser otro o destruyéndolo”, explica Sanchis Sinisterra en el díptico de la representación. “Y el Otro es el indio americano, sí, pero también el norteafricano que emigra con su hambre oscura a la privilegiada Europa, y también la mujer que se mimetiza en objeto del deseo del hombre, y también aquel que merodea bajo tu ropa, aquel que susurra bajo tu piel… Ese otro interior, sí, que tan frecuentemente ignoramos, negamos, impedimos y destruimos”.
La directora de esta versión de Naufragios de Álvar Núñez, la veterana Magüi Mira, resalta que la obra demuestra que en nuestro país seguimos con “esa nula capacidad de aceptar la diferencia. No hemos cambiado tanto. El siglo XVI parece que fue el jueves pasado”, según apuntaba en la presentación del montaje.
Mira reconoce que la historia de la obra es todo un “fracaso” tanto para los indigenas, a quienes recuerda que los envenenaron, los mataron y arrasaron, como para el grupo español porque “solo hubo cuatro supervivientes” de más de 400 hombres que partieron en la aventura. “Hay que equilibrar la testosterona con las neuronas”, resalta la directora para defender que la fuerza no se debe imponer. “La hambruna hacía que hombres y mujeres se embarcaran en expediciones que podían ser un fracaso absoluto, como esta historia”.
En este sentido, el presente montaje describe las peripecias de Álvar Núñez desde el punto de vista de la memoria del protagonista, aunque interpretando por un actor vestido del siglo XXI, de manera que la narración transita continuamente entre el presente y el pasado, bajo el empeño de Sinisterra de abolir el espacio y el tiempo.