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“Las familias están cada vez más agotadas al ofrecer su solidaridad”

Francisco Domouso, secretario general de Cáritas Andalucía, admiten que están desbordados, aunque también alerta de problemas como la precariedad habitacional

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Cáritas presentaba hace unas semanas su memoria de 2019 con una serie de datos que se han visto atropellados por la realidad de la crisis del coronavirus. Francisco Domouso revela el encomiable esfuerzo que se hace desde Cáritas para atender tantas nuevas necesidades, pero también los gestos de solidaridad que han dejado los últimos meses.

¿Cómo se ha incrementado la demanda ante Cáritas desde el inicio de la crisis del Covid 19?

–Estamos radicalmente desbordados. Porque no solo son los pobres que conocíamos, sino que había muchas personas al filo de la navaja y que son los primeros que han caído, y esos son los que más nos preocupan, porque además no estaban psicológicamente preparados para esa situación.

¿Qué es lo que más están demandando?

–La demanda es múltiple. Ten en cuenta que de un día para otro todo el pequeño autónomo se queda sin ningún tipo de ingreso, pero no solo los pequeños autónomos, sino las personas que están trabajando como cuidadores o como empleadas del hogar, se quedan en la calle, y además no tienen ningún tipo de cobertura.  Además, hemos perdido esas burbujas de aire que ayudan a sobrevivir a muchas personas con los ingresos que obtienen con motivo de la Semana Santa, la Feria o El Rocío. 

¿Y qué ayuda les ofrece Cáritas?

–Principalmente, estamos dando atención en necesidades básicas, como alimentación, higiene, pagos de algunos recibos, medicinas... pero hay sectores que no son muy visibles, como pueden ser las personas mayores, que de la noche a la mañana se han encontrado sin compañía. Porque el confinamiento ha sido para todo el mundo. Nuestras parroquias, donde el voluntariado es muy mayor, también han estado cerradas. Aunque, al mismo tiempo, ha habido la incorporación de mucho voluntariado joven que se ha acercado a las personas mayores, a las que no podían salir o que no se atrevían a salir por miedo a contagiarse.

¿Han tenido que pagar alquileres?

–Cáritas sigue pagando alquileres, porque uno de los temas que más nos preocupan en este momento es la precariedad habitacional. Durante el confinamiento han estado conviviendo familias enteras en pisos de 40 o 50 metros. Imaginaros lo que es eso, más todo el tema de no tener recursos para comer en condiciones, o le falta la bombona o le faltan productos para poderse lavar y asear. 

¿Han cambiado los perfiles de los solicitantes de ayudas?

–Se han incrementado los solicitantes. No han cambiado los perfiles de toda la vida, más esos perfiles de quien vivía de la tienda de barrio y que ha tenido que cerrar o esa persona que tenía un pequeño bar y no podía abrir.

¿Más gente joven?

–De todo tipo. Pero las soluciones que se están poniendo son muy transitorias, pero lo que necesitamos es un plan Marshall que provoque puestos de trabajo, porque las soluciones que estamos teniendo solo cubren algún tipo de necesidad, pero sobre todo lo que nos preocupa ese futuro que puedan tener esas personas jóvenes a las que te refieres.

Esta situación también ha puesto en evidencia la enorme cantidad de gente que sigue viviendo de la economía sumergida...

–Yo digo muchas veces que no es economía sumergida, porque está a la vista de muchas personas. Es la economía informal, pero sobre todo es una economía que te permite sobrevivir. Por contra de lo que se suele decir en público, no son personas que están viviendo de manera desahogada. Es una economía que lo que te ayuda es a sobrevivir, puesto que los empleos que te ofrecen son precarios o mal remunerados, y la gente necesita más ingresos para poder tirar hacia adelante.

Comparando la demanda en la provincia, ¿está en la línea del resto de Andalucía?

–En líneas generales en Andalucía estamos en una situación muy similar, aunque en la provincia de Cádiz dependemos mucho del sector servicios. Sí hay igualmente mucha solidaridad entre las familias, pero nos preocupa igualmente que las familias están cada vez más agotadas en el ofrecimiento de esa solidaridad que existe. A nivel de España, si comparamos, pensamos que hemos triplicado la ayuda a las personas.

Siempre decimos que las ONG son necesarias porque las administraciones no llegan. En este momento, ¿qué recursos llegan a Cáritas?

–Hemos recibido la solidaridad de muchas personas de iglesia, de empresas, particulares. Todo lo contrario de lo que se puede interpretar cuando se habla de una ONG. La solidaridad ha venido por los particulares, pero no de las administraciones públicas, en absoluto. De momento, al menos.

Antes de que se hablara del IMV, usted lo defendía, ¿cómo ha vivido la polémica sobre su aplicación y cómo ve su gestión?

–Estamos comenzando en ese tipo de gestión. Nos sentimos contentos porque se ha aprobado la demanda de una renta básica o IMV con las características que Cáritas pedía. Que fuese tramitada por la Seguridad Social y que tuviera el apoyo del Parlamento. Mucha gente está en contra, pero lo cierto es que en el Congreso se ha aprobado sin votos en contra, solo la abstención de Vox. Creo que podemos mostrar nuestra alegría sin tirar ningún tipo de cohete. Es un avance importante y Dios quiera que no sea una oportunidad perdida para avanzar en la reducción de la pobreza y la desigualdad.

¿Cómo ha vivido la falta de diálogo entre los partidos políticos en una situación tan grave?

–En una emergencia como ésta es triste, y no hay derecho, porque además la sociedad no demanda ese tipo de lucha que no nos lleva a ningún sitio. Ahora nos dicen que hay acercamientos, y eso es importante. Hay que intentar llegar a los consensos de forma dialogada. Nos hemos convertido en una sociedad de hooligans, en la que o eres del Barcelona o eres del Madrid. Y si eres del Madrid no puedes comentar siquiera que Messi ha metido un gol bonito. Es un desvarío y es tan estéril como que se ha llegado a situaciones en la que nosotros mismos nos echamos tierra sobre nuestro propio tejado.

¿Los servicios sociales de los ayuntamientos están funcionando?

–No. En líneas generales, porque siguen cerrados muchos de ellos. La acción social necesita mucha atención física. A las personas hay que mirarlas, atenderlas y escucharlas, y mediante un teléfono no se puede hacer.

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