“La empresa da muchas vueltas a la pelota para no negociar; aquí hay muchos dramas personales. No se quieren dar cuenta”. Son manifestaciones de Emilio Neyra, trabajador de la fábrica cementera de Holcim en Jerez, que ayer se concentraba junto a sus compañeros a las puertas de la planta en la primera jornada de huelga indefinida convocada por la plantilla para protestar contra el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) planteado por la empresa.
Su semblante serio, como el del resto de empleados organizados en turnos de mañana y tarde para evitar que hubiera movimiento en la planta, evidenciaba el pesar de una situación extrema en la que todos se juegan su futuro por la negociación de un ERE en plena contrarreloj, dado que el plazo legal expira este viernes.
Simultáneamente, en Sevilla, el comité de empresa apuraba por segundo día consecutivo otra jornada de reunión con la multinacional ”intentando agotar la negociación” que volvió a alargarse hasta altas horas de la noche, sin que trascendieran avances, dado que al cierre de este número seguían reunidos. Mientras tanto, apostados a las puertas de su lugar de trabajo con una pancarta en la que se podía leer muy claro su negativa al ERE, los trabajadores reivindicaban que la fábrica de cemento de Jerez “es rentable y no tiene motivos para cerrar. Estamos aquí sin merecérnoslo y no lo hemos buscado nosotros”, señalaban los operarios tras lamentar la actitud de la empresa a lo largo de este mes de negociación.
Pese a que aprobaron la huelga hace una semana “no han movido ficha”, apuntaban. “Creo que la idea de la empresa es agotar los plazos y ejecutar el ERE a partir de que se terminen los plazos de reuniones. Es un juego sucio, creo que hay mala fe”, reconocían. Hasta la pasada semana, la central de Holcim mantenía su postura de seguir adelante con el ERE, aunque ponía sobre la mesa la posibilidad de reducir de forma leve el número de despidos directos -la propuesta inicial afectaba a 59 de los 83 trabajadores- a través de recolocaciones en la propia multinacional y a un incremento de la plantilla que quedaría en la estación de molienda, que sería la actividad a la que quedaría relegada la fábrica tras aplicar el ERE a la mayoría de la plantilla. Una propuesta que no ha sido bien acogida entre los representantes de los trabajadores, que siguen manteniendo que el ERE es “injustificado” y que las medidas presentadas para mitigar dicho expediente de regulación por parte de la empresa “son insuficientes”.