La médico jerezana de 34 años con Fibrosis Quística ha sido trasplantada con éxito de sus dos pulmones en el Hospital Reina Sofía de Córdoba
“Llevo dos días en planta entrenando los ferraris. El problema es que no puedo hablar porque estoy afónica de la intubación, pero estoy loca de contenta. No se me quita la sonrisa de la cara”. La energía y la felicidad de Tatiana Chagoyen, todavía convaleciente y solo dos días después de salir de la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba, donde ha permanecido sedada una semana tras ser trasplantada con éxito de los dos pulmones, traspasan la pantalla de la conversación que mantenemos vía WhatsApp.
A la tercera no fue a la vencida, pero sí a la cuarta. En la madrugada del pasado 21 de septiembre, hace ahora nueve días, esta médico jerezana con Fibrosis Quística volvía a nacer. Ella misma lo gritaba ayer a los cuatro vientos en el perfil de sus redes sociales con una significativa imagen de su pulsera de identificación del hospital que hizo saltar todas las alarmas. Pero para bien.
El 14 de junio cumplió 34 años, pero “ahora tengo dos cumpleaños”, confiesa orgullosa a Viva Jerez la protagonista del vídeo publicado en redes sociales concienciando sobre la importancia de las donaciones que se hizo viral en enero de 2020. A partir de ese momento, todos quisimos conocer más su historia: Desde octubre de 2018 estaba la lista de espera de trasplantes tras sufrir una grave crisis que le obligaba a llevar gafas nasales para suministrarle oxígeno las 24 horas del día porque su capacidad pulmonar a duras penas llegaba al 20%. La enfermedad rara pulmonar y crónica que sufría desde niña se había complicado. Ni ella ni nadie sospechaban aún que una pandemia le obligaría a protegerse todavía más y alargar un confinamiento en el que Tatiana ya iba un paso por delante por prescripción médica, pues el empeoramiento de su salud le obligó casi a encerrarse en casa con su pareja, saliendo justo lo imprescindible y soñando con el momento en el que llamaran avisándole de que había un donante compatible.
Y sucedió. El 20 de septiembre lo cambiaría todo. “Por fin ese lunes por la tarde me llamaron y me ingresaron. A las nueve de la noche bajé a quirófano y hasta las cinco de la mañana. Llevaba cuatro semanas seguidas yendo a Córdoba, pero tras hacerme el preoperatorio y esperar los órganos me tuve que volver a casa porque no venían idóneos para la cirugía”, explica. Desde junio estaba entre las primeras de la lista de espera por su situación. Aún no lo sabía pero cada día estaba un poco más cerca de la intervención para la que se había preparado a conciencia, nadando para coger musculatura para la operación, entrenando en casa y haciendo bici para estar fuerte para cuando llegase el día que tanto ansiaba. “He hecho todo lo que me decían”, resalta.
No tuvo miedo. Todo lo contrario. “Iba supertranquila y muy preparada mentalmente. Mi madre iba conmigo para el quirófano y se lo dije”. Si la cara es el espejo del alma la suya reflejaba más que nunca la ilusión por todo lo bueno que está segura que vendrá a partir de ahora, y así lo percibió el propio personal sanitario. “Una celadora después de la intervención vino a buscarme a la sala de reanimación porque le impactó mi cara de felicidad al llevarme al quirófano. Todos querían que me operara. Y en la UCI estaban todos los médicos alucinados con la evolución”, cuenta divertida.
Ni los ocho drenajes que le acaban de retirar, ni los cuatro tubos a cada lado de sus dos nuevos pulmones “a los que voy a cuidar de por vida y a mimar mucho”, ni la enorme cantidad de grapas de guerrera que tiene en el pecho se pueden comparar con todo lo que ha vivido estos últimos años. “Lo peor lo he pasado antes, ahora esto es vivir. Es que después de tanto tiempo de incertidumbre e impotencia, que de repente cambie todo en un momento…He sufrido mucho, es que no me lo creía. Yo esperaba que me llegara esto. Por eso no tenía miedo ni dudas”, reconoce.
“Aprender a respirar”
Sabe que tiene que ir con cautela -aún deberá llevar un tiempo sus gafas nasales- que tiene una larga recuperación por delante y que deberá seguir al menos un mes hospitalizada y con una medicación antirrechazo “muy agresiva”, pero de momento su recuperación no puede ir mejor, y ya está inmersa en su rehabilitación con los fisioterapeutas respiratorios “dándome caña” para entrenar sus nuevos pulmones. “Estoy aprendiendo a respirar. Es que no me lo creo. Ayer (por el martes), “me emocione muchísimo en la bici. Es que no sabía lo que es hacer ejercicio de esta forma. No sabía lo que era la sensación de estar sin asfixiarte. Es alucinante el cambio. Ahora toca descansar y entrenar duro los ferraris que me han puesto”, indica, deshaciéndose en halagos para el personal del Hospital Reina Sofía de Córdoba. “Ha sido increíble, pero todos”.
El apoyo de su madre y su pareja, que ahora le acompañan ha sido incondicional, como también lo ha sido el de “mi angelito de la guarda que me ha guiado en todo el proceso”, (por su padre, fallecido este último año) y de todos los amigos, compañeros de trabajo e incluso desconocidos que se han volcado con su lucha. “Es exagerado todo el apoyo que tengo detrás”, indica. A todos ellos y, por supuesto, a las familias que donan órganos en España les va a estar “eternamente agradecida”. “Sin ellos esto no hubiera sido posible”, concluye. Gracias también a ti Tatiana por alegrarnos el día.