Cantaban The cowboy junkies que nunca hay que coger el teléfono en casa por la mañana temprano, porque todo el mundo sabe que las buenas noticias siempre duermen hasta pasadas las doce. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, no nos llamó a cada uno a primera hora del jueves, pero como si lo hiciera. Aprovechó una entrevista en la radio, que para el caso viene a ser casi lo mismo, y advirtió que, de aquí a febrero, el 80% de la población andaluza se habría contagiado de ómicron. Otra vez el discurso del miedo para encubrir la ausencia de restricciones como si el futuro de la humanidad solo estuviera en nuestras manos.
Angela Merkel hizo unas declaraciones similares en marzo de 2020, al comienzo de la pandemia, pero ni había vacunas ni población inmune, lo que añade más desconcierto a las palabras del consejero, cuyo arrebato de sinceridad, además de aviso a navegantes, parece iba encaminado a desacreditar a la ministra de Sanidad, convencida como está de que a la sexta ola le quedan dos telediarios.
Aguirre, en cualquier caso, no solo contradice a Carolina Darias, sino a su propio presidente, Juanma Moreno, que hasta hace unos días veía muy cerca esa misma posibilidad, y con el que solo ha coincidido en el mensaje relativo a los ingresos en UCI: tres de cada cuatro no se han puesto las vacunas, como para avergonzarlos con el peso de la culpa de la irresponsabilidad, y para reprocharles que si no fuera por ellos no habría ni que preocuparse de los datos de hospitalizaciones.
De hecho, no son las hospitalizaciones las que preocupan en este momento al responsable de Sanidad, sino la situación que se vive en la atención primaria. Los sindicatos hablan directamente de “colapso”, palabra tabú en los despachos de San Telmo, donde, a tal ha llegado el temor de su efecto, no cuesta pensar que se suplante, parafraseando a Rajoy, por “ese problema del que usted me habla”, de ahí que el propio consejero se haya rendido a la evidencia porque “los datos son tozudos”, pero “similares” a los de las demás comunidades autónomas, y achacables a la impensable dimensión de esta sexta ola, a la que asegura están respondiendo con contrataciones coyunturales a medida que se incrementa la demanda asistencial. Solo cabe esperar que tenga los deberes hechos para cuando en febrero el 80% de la población se haya contagiado con ómicron, como vaticina.
En lo que dice Aguirre sí sobresale una realidad constatable en nuestro día a día: los datos que se publican a diario sobre los contagios y la tasa de incidencia se encuentran muy lejos de coincidir con los que se están produciendo. Hasta hace un año podías contar con los dedos de una mano los casos más cercanos. Hoy es raro el día que no sabes de un familiar o un compañero de trabajo que ha dado positivo, unido a las complicaciones no sanitarias que se derivan de las cuarentenas obligatorias, en forma, principalmente, de bajas laborales -en según qué empresas o trabajos es para echarse a temblar-.
Todos somos más o menos conscientes de que el nivel de transmisión del virus es mucho peor del que se llega a contabilizar, pero de ahí a constatar ese 80% de posibles contagios, coincidiendo además con la celebración de Fitur, parece doblemente desproporcionado: por el mensaje que se le traslada a los andaluces y por el que se lanza a los futuros visitantes. Llevan Juanma Moreno y Juan Marín varios días hablando de la “tierra de la alegría”, de la vuelta de la Semana Santa, de las ferias, de llegar a los 26 millones de viajeros este años, y el mejor complemento promocional que se nos ocurre apostillar es el de nuestra previsible capacidad de contagio.
Afortunadamente, en el ámbito del turismo se están haciendo las cosas muy bien, desde la iniciativa privada y con el apoyo y respaldo de la iniciativa pública, desde la Junta hasta cualquier pequeño o grande ayuntamiento, en los que ha calado el concepto del turismo como industria generadora de empleo y actividad económica, a falta de otra mejor. Esas son las noticias que aguardan a después del mediodía.
