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El Málaga no despierta de la pesadilla y se hunde contra el Eibar (0-1)

El Málaga cae por la mínima en La Rosaleda ante el Eibar con un gol de Quique, que aprovechó un grave fallo de Escassi, y vuelve a ser último en la tabla

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  • Al Málaga no se sale nada: solo hay que fijarse en los gestos de impotencia de sus jugadores, como Rubén Castro. -
  • Con esta derrota, la octava en 13 partidos, el Málaga vuelve a ser colista de la Segunda División
  • La afición acabó señalando, una vez más, a Manolo Gaspar y a toda la directiva por esta crisis deportiva

No hubo redención, otra vez se repitió la pesadilla en vísperas de Halloween. El Málaga volvió a caer más bajo. Está en depresión y hay un conjunto de jugadores que no son lo que prometían, muchos de ellos a un nivel muy indeseable. De esa fragilidad mental se alimentó el Eibar, que aprovechó un error de Escassi para ganar por la mínima (0-1). No estuvieron las mentes -ni las piernas- como para remontar y ahora mismo, este grupo no le gana a casi nadie y por eso es colista de la Segunda División. Y ya han pasado 13 jornadas. Menos mal que la Segunda es larga, pero más larga se le está haciendo a una afición cansada.

Era día de hacerle caso a las plegarias de la afición, que con un “¡Málaga, échale huevos!” se hizo notar desde el pitido inicial. Jugó Mel con varios cambios en su once y en el propio esquema, en un 4-2-3-1 con Fran Villalba de mediapunta -estuvo muy flojito y se llevó pitada-, Hervías y Gallar en las bandas y Ramón y N’Diaye como guardaespaldas. La calidad por dentro se tenía que notar para hacerle daño a un Eibar donde Blanco Leschuk y Rahmani no son titulares. Eso da una pista del plantillón que tiene.

El costado derecho, donde Hervías se hizo dueño del centro al área: ahí estaba siendo el camino elegido para dañar al Eibar. Si N’Diaye llega a meter un intento de chilena que quedó en anécdota, se cae La Rosaleda. Más allá de lo humorístico de su osado intento, el Málaga iba en serio, percutiendo, aunque había que materializar.

Pero pasó lo contrario. Error garrafal de Escassi en salida de balón, regalo al rival y gol de Quique, que remató a placer en boca de gol un centro chut de Stoichkov para el 0-1 (min. 21).  Y en dos contraataques pudieron hacer el segundo de inmediato. N’Diaye probó con un disparo raso que sacó abajo Luca Zidane y, a partir de ahí, regresó el Málaga de orgullo y encajonó el Eibar en su campo por momentos, aunque Rubén Castro no aprovechara la que tuvo. Así se llegó al descanso, con la sensación de haber sido mejores... mientras el resultado dice lo contrario.

Con Cristian, que entró por Gallar en banda, se ganó en profundidad por la izquierda y desborde, camino hacia el gol. Lo tuvo en sus manos Fran Sol llegando a la hora de partido, pero otra vez fue desesperante la falta de puntería. Cuando es un hábito preocupa más aun.

Faltaba ser más imprevisibles, más rapidez moviendo la bola en campo contrario y volver a tener confianza en remontar, más que miedo a perder. Entraron a la vez Issa Fomba y Jozabed para buscar el milagro, aunque Mel tuviera que prescindir de Ramón y N’Diaye. Febas mejoró las revoluciones del partido y Jozabed gozó de ocasión en el primer balón que tocó, en una jugada donde se pidió penalti por mano que el VAR se encargó de negar. Como siempre.

El partido estuvo donde quiso Garitano, curtido en mil batallas en Segunda, y el conjunto armero estaba triunfando en La Rosaleda siendo pragmático atrás y saliendo en transición, pillando a contrapié a un Málaga que no acostumbra a poner en práctica todo su arsenal ofensivo. Los gestos de sus jugadores son de impotencia, de no saber muy bien qué está pasando.

Mientras tratan de responder a esa angustia, pasan las jornadas y las victorias son inalcanzables. Ni siquiera los detalles caen de lado bueno. Cero penaltis a favor esta temporada, ningún error rival aprovechado. Todo el viento es en contra en el club. Y el jueves, a Cartagena, y el domingo próximo, contra el Sporting. ¿Se podrá hundir más todavía este equipo?

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