Cuando dos equipos se juegan tanto, el partido puede ser de todo menos monótono.En La Romareda hubo de todo, cóctel de sentimientos. Una expulsión en el minuto 14 complicó la victoria, que se llegó a rozar por un gol de Haitam que Giuliano Simeone se encargó de igualar en un 1-1 muy peleado.
El Málaga sacó un punto que tiene dos lecturas: la positiva es que jugó con diez durante casi todo el partido por la expulsión de Javi Jiménez y, aun así, pudo sobrevivir. La negativa es que estuvo a pocos minutos de lograr una proeza. Haitam marcó primero, pero la alegría quedó en amago de mérito. El punto lleva la patente de un Rubén Yáñez tocado por la inspiración pseudodivina con una actuación sublime. La salvación está a seis puntos y habrá que seguir remando.
El equipo que es capaz de vivir en un déjà vu. Cuando caer en el mismo error es posible. Ni el VAR, ni los árbitros, ni la suerte ni el destino: nada cambia que el Málaga tenga las de perder. Por errores propios y la ya clásica serie de catastróficas desdichas, Pepe Mel quedó atónito ante el partido que (otra vez) se le presentó de golpe: jugarse la vida con un jugador menos en La Romareda por la expulsión de Javi Jiménez.
La normalidad le duró al Málaga 14 minutos, los que tardó Javi Jiménez en llegar a un balón dividido demasiado revolucionado y tocar balón, pero también tocar el tobillo de Bermejo. Viendo detenidamente las imágenes, es punible con roja directa porque caza el pie del jugador zaragocista en una posición peligrosa. Por tanto, de nuevo un error del lateral malaguista condenó al sufrimiento y la impotencia.
Aquello, por supuesto, cambió el guion del partido y el Zaragoza se animó a asediar el área rival, sobre todo a través de la conexión Mollejo-Giuliano. El hijo del Cholo Simeone falló un gol cantado que fue milagro, pero más todavía lo fue la parada que dejó Rubén Yáñez. Puso la mano de piedra, a lo portero de balonmano, para salvar lo que parecía insalvable.
Un disparo lejano con mucha intención y factor sorpresa de Luis Muñoz dio el susto a los maños, pero otra vez avisaron por medio de Giuliano, que remató con la testa al palo gracias, de nuevo, al guante de Yáñez. Se aguantó el chaparrón, pero quedaban 45 minutos carcelarios.
Estaba haciendo un trabajo muy arduo en defensa el Málaga, que encontró en Cristian un lateral izquierdo de emergencia con buenos minutos. Aunque a la mínima que se despistó, Mollejo estuvo cerca de marcar de nuevo. Para entonces ya había reaparecido el Santo Yáñez, que voló a bocajarro para amargar a Giuliano Simeone.
Entró Loren para bregar arriba y presionar para robar en campo contrario, y Genaro fue la opción para sentar a Escassi, algo incómodo en el juego. Entre minutos de angustia, el tiempo pasaba lento para los de Mel, mientras que el Zaragoza se topaba con el larguero y la hinchada no aguantaba más imprecisiones de sus delanteros y hasta de sus centrales, pues Lluís López entró de cabeza como un obús que se estrelló con la mano felina de Yáñez.
Entonces llegó el triple cambio del milagro: Ramalho, Jozabed y Haitam refrescaron al Málaga, que ya estaba sufriendo demasiado. Pero quédense con ese último nombre, que volvía a ser convocado en liga tras su lesión muscular, que participó en Copa y que demostró su potencial en una jugada.
Haitam Abaida partió desde la banda y, con metros por delante, metió la rosquita al segundo palo para silenciar La Romareda (1-0, minuto 79) y levantar del asiento a los valientes malaguistas que se desplazaron. Solo había que aguantar...
Pero el partido iba a ser largo y a falta de tres minutos empató el Zaragoza por medio de Giuliano (1-1, minuto 88'), que cazó un balón que le llovió en el área. Una pena porque el equipo se quedó con ganas de más, Se sufrió, con córner en el último minuto incluido, pero finalmente se sacó un punto de oro… que pudo ser de platino. El tiempo dirá si se valora o se echan de menos los dos puntos que se han escurrido de las manos en el último instante.