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La ludopatía en Málaga atrapa a cada vez más jóvenes y enjuicia a las mujeres

La Asociación Malagueña de jugadores de Azar en Rehabilitación exige más prevención y menos casas de apuestas en barrios mientras crecen los casos de adicción

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  • Unas 400 personas pasan cada año por las terapias de Amalajer para tratar esta adicción
  • “Está peor visto” en las mujeres, que acuden solas y son más discriminadas socialmente

Los casos de ludopatía crecen en la provincia de Málaga y hay preocupación porque son cada vez más jóvenes los que necesitan ayuda. El crecimiento de las casas de apuestas en las barriadas coincide con el aumento del 12% en la demanda de atención en 2022 en asociaciones como Amalajer. El perfil de los adictos al juego es en su mayoría jóvenes con estudios, con algunas experiencias en el mundo laboral y con deudas de miles de euros.

En el pasado 2022, se trataron unas 400 personas en la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer). Su presidente, Francisco Abad, que lleva más de tres décadas luchando por una mejora de la situación, asegura que la mayoría de los casos que llegan a las oficinas de la sede son de gente con menos de 45 años. Esto no pasaba en los noventa o los 2000: ahora cualquiera tiene acceso a apostar por un partido de fútbol, irse a la ruleta o probar con un rasca de la ONCE.

Las aplicaciones móviles y páginas web son un pasillo hacia la adicción que es muy sencillo de cruzar. A eso se le suma que hay más de 80 casas de apuestas repartidas en la ciudad. De ese número, hasta 35 se concentran en barrios pertenecientes al distrito de Carretera de Cádiz, algunas a pocos metros de colegios y parques.

“Sabemos que esto no va a cambiar. La única manera es a través de la prevención. Ahora mismo, desde los gobiernos valoran más el dinero que se genera con los impuestos del juego que el daño que se está haciendo a estas personas.  El enganche que hay no es normal. Cada vez el juego es más adictivo y esto hay que frenarlo”, reflexiona Abad, que es contundente: “Estamos perdiendo a una generación de jóvenes”.

"La mayoría de mujeres siguen acudiendo solas a los tratamientos”, cuenta Raquel Castro, psicóloga del centro.

Desde Amalajer siguen luchando por que el Ayuntamiento prohíba que las casas de apuestas, bingos y salones recreativos se instalen a menos de 500 metros de colegios, parques y espacios deportivos. Existe voluntad desde el consistorio, pero la última vez que se intentó sacar adelante esta norma, la Junta lo impidió bajo la amenaza de llevar el asunto a los tribunales.

Hacen falta unos tres años de media para superar la adicción al juego. Dos de tratamiento y otro más de seguimiento. El paso más difícil es el primero: ser consciente de la situación y estar dispuestos a dejarse ayudar por profesionales como los  de estos centros de rehabilitación.


La mujer, más juzgada 

En Amalajer acuden un 10% de mujeres, un dato que se debe leer entre líneas, pues en realidad el porcentaje es “mucho mayor” si se accede a un salón de juegos. Ahí entran en la ecuación varios motivos que les dejan en una situación de doble prejuicio: el de ser adicta y el de ser mujer. “El machismo está a la orden del día. A las mujeres les cuesta acudir porque las señalan. Está peor visto”. Los prejuicios surgen de manera automática: qué mala madre, que vergüenza que no invierta el tiempo en cuidar a su hijo en vez de a la ruleta.

“Ese rol que tenemos de cuidadoras no se invierte cuando son ellas las que necesitan acudir a terapia. La mayoría de mujeres siguen acudiendo solas a los tratamientos”, cuenta Raquel Castro, psicóloga del centro, quien lleva años siendo testigo de la soledad que sufren cuando quieren dar el paso de tratarse.

Destaca el ejemplo de M. L., una chica que se sumergió en el mundo del azar justo cuando estaba estudiando un ciclo. Cuando salía del instituto, se topaba con un establecimiento donde “probó” la ruleta. De ese bucle adictivo logró salir gracias a la terapia que la ha convertido en una nueva persona, mentalmente más sana. Lo superó en solitario, “como casi todas”, subraya Castro.  Retomó sus estudios, encontró trabajo y ahora acompañará a su piscóloga para dar una charla en un centro educativo.

Es una tentación el dinero rápido que siempre acaba volviéndose un arma autodestructiva. A golpe de click, hasta un menor puede caer en una espiral de ruina que arrastre a su familia.  Por ello, desde asociaciones como Amalajer siguen insistiendo en que lo más importante es que se invierta en políticas de prevención. Porque este juego no es ningún juego, y tampoco es azar que cada vez sean más jóvenes los adictos y endeudados.

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