Dicen que Dios prepara sus peores batallas para sus mejores guerreros. Esta frase, tan popular como cierta, hace justicia a la hazaña que ha logrado el Unicaja Mijas este fin de semana, logrando un ascenso histórico, complicado y, sobre todo, merecido.
Las jugadoras entrenadas por Jesús Lázaro llegaban a la fase final que se jugó en Inca conscientes de que no eran favoritas para subir a la Liga Femenina Challenge, la segunda categoría a nivel nacional. El exceso de juventud podía jugar en su contra ante unos rivales mucho más experimentados y más acostumbrados a moverse por estos lodos.
A favor, eso sí, estaba la baza de llegar, posiblemente, como el equipo más en forma de los ocho clasificados y el gran ambiente dentro del vestuario. Las buenas sensaciones no tardaron en convertirse en hechos. El primer partido de la fase se ganó con solvencia ante Unilever Viladecans (61-55).
Un segundo cuarto excelso de las cajistas sirvió para encarrilar el grupo ante un rival que solo había perdido seis partidos esta temporada. La segunda alegría no tardó en hacerse de rogar. El viernes, las Salomé García, Marta Ortega y compañía destaparon el tarro de las esencias, cuajando probablemente la mejor actuación coral de todas las que se vieron a lo largo del fin de semana. Un primer cuarto en el que anotaron 26 puntos, unido a un segundo en el que sólo dejaron que Azul Marino lograse ocho unidades, encarriló el pase a la gran final con un solvente 67-58.
Ante Hierros Díaz Miralvalle, la igualdad fue la nota dominante, pero por aquel entonces, Unicaja ya había cogido la velocidad de crucero. Tras el empate final, fue en la prórroga cuando, con un parcial de 5-9, el equipo costasoleño completó el pleno de victorias. Las lágrimas de emoción sobre el parqué eran buena muestra de lo que se había conseguido y lo que quedaba por llegar. El Advisora Boet Mataró era el último escollo antes de tocar el cielo.
De nuevo, un inicio fulminante (18-10 al término del primer cuarto) hizo que las mijeñas pudieran llevar el peso del juego durante el resto del partido. De hecho, no llegaron a estar por detrás en el marcador en ningún momento. En la última jugada del partido, y con el 56-54, Paula Curto tuvo un triple que habría dejado a Unicaja, de forma injusta, sin ascenso.
Por suerte, la pelota no quiso entrar en el aro y el bocinazo final se transformó en alegría, júbilo y más lágrimas, ya no solo de las integrantes del equipo, sino de las decenas de aficionados que se desplazaron hasta tierras baleares.
Lo que a principio de temporada parecía poco más que una quimera, a base de trabajo y esfuerzo ha terminado por convertirse en realidad. Unicaja Mijas vuelve a segunda, gracias a unas motitos que han alcanzado la velocidad de una Kawasaki Ninja H2R. Al igual que en el masculino, hay un plan de viaje, y esto no ha sido más que la primera parada.