"Hemos decidido que íbamos a dormir por turnos pero no hay manera. Estamos esperando con la ropa puesta y escuchando las alarmas"
¿Cómo vas a dormir esta noche? Esta es la pregunta recurrente que se hacen los vecinos de Kiev desde que comenzó el jueves la invasión rusa a Ucrania, más aún este viernes, en que las tropas rusas lanzaron su ofensiva contra la capital ucraniana, en la que ya han entrado sus soldados.
"Hemos decidido que íbamos a dormir por turnos pero no hay manera. Estamos esperando con la ropa puesta y escuchando las alarmas para escondernos en el interior del metro, que está a unos dos minutos a pié de nuestra casa", confiesa Anastasia.
Esta residente en Kiev de 32 años estuvo la pasada noche en casa de unos amigos. No se sentía segura tras oír de forma constante explosiones en los alrededores de la ciudad, con la amenaza cada vez más cercana de que los soldados rusos entrasen finalmente en la capital, algo que creían que podía ocurrir la pasada noche.
La entrada de los soldados rusos en Kiev finalmente se produjo en la mañana de este viernes por el barrio de Obolón, en el norte de la capital, según confirmó el Ministerio de Defensa, mientras prosiguen los ataques de artillería y combates en algunas ciudades cercanas.
El Gobierno ucraniano, que aseguró que la avanzadilla de las tropas rusas en la capital la ha protagonizado de momento un grupo de exploración y sabotaje, ha pedido a la ciudadanía informar sobre cualquier movimiento de equipamiento bélico del enemigo y preparar cócteles Mólotov para "neutralizar al ocupante".
María, una doctora de 50 años, ha decidido no abandonar de momento la capital ucraniana y cree que podría irse el próximo lunes. Confiesa que no tiene mucho miedo y prefiere ser útil en el caso de que surja una emergencia.
Según explica, su barrio está relativamente tranquilo. “Lo único que me preocupa es el olor a quemado que se siente en el aire” debido a los ataques de la artillería rusa.
Para el momento en que se produjera el ataque directo contra la ciudad -confiesa María- su plan era acudir al recinto de la guardería donde hace años solía llevar a su hija cuando era pequeña y que en la actualidad se ha convertido en un refugio antibombas al que acuden muchos vecinos.
Hay muchos médicos en Kiev y en el resto de Ucrania que están en los hospitales preparados para ayudar a la gente en cualquier situación. Tatiana, una enfermera del hospital dermatológico, pasó la última noche en su puesto de trabajo.
“Se han cancelado todas las operaciones planificadas y que no eran urgentes, y se ha mandado a la gente a sus casas. Sólo esperamos a los heridos” en el caso que los haya, explica la enfermera.
El Gobierno ha hecho un llamamiento a la población civil para que tenga precaución y evite salir de sus hogares sin necesidad.
La noche pasada, ante la inminente ofensiva rusa contra la ciudad, coinciden todos ellos, fue la más larga y oscura en la historia moderna de Ucrania y no solo para la gente de la capital.
Pero esta mañana, las sirenas volvían a sonar en diferentes partes de Kiev mientras sus habitantes cumplen el toque de queda decretado por el Gobierno y a la espera de noticias sobre el avance de las tropas rusas.
El Ejército de Ucrania también informó este viernes de combates en la localidad de Ivanki, a 80 kilómetros de Kiev, para detener una columna de tanques rusos que avanzan en dirección a la capital desde las regiones aledañas a la antigua central nuclear de Chernóbil.
Con la penetración de los militares rusos en la capital y la aproximación de unidades de tanques, las próximas noches tampoco se aventuran muy tranquilizadoras para los vecinos de Kiev.