Se espera ahora que el nombre "Credit Suisse" empiece a ir desapareciendo de sucursales y de contratos de patrocinio (la liga suiza de fútbol, por ejemplo)
El proceso de absorción de Credit Suisse, banco emblemático de Suiza fundado hace 167 años, por su rival UBS concluirá la próxima semana, probablemente mañana lunes según las previsiones de esta segunda entidad, que pasará a convertirse en un gigante con un valor de mercado similar al producto interior bruto (PIB) de España.
Aunque tras la agónica adquisición del 19 de marzo para salvar a Credit Suisse de la quiebra UBS adelantó que la fusión de ambos bancos sería un complejo trabajo que llevaría posiblemente todo el año en completarse, finalmente todo parece haberse acelerado y el proceso se habrá cerrado en menos de tres meses.
Se espera ahora que el nombre "Credit Suisse" empiece a ir desapareciendo de sucursales y de contratos de patrocinio (la liga suiza de fútbol, por ejemplo, llevaba su nombre), aunque el efecto más inmediato será su despedida de las Bolsas de Zúrich y de Wall Street.
En la bolsa zuriquesa, desde el 13 de junio, la firma de logística Kuehne+Nagel sustituirá a Credit Suisse en el índice SMI, principal del mercado y que agrupa a las 20 principales firmas del parqué, y también dejará de cotizar en Nueva York, donde lo hacía a través de las llamadas American Depositary Shares (acciones depositarias).
UN BANCO MÁS GRANDE QUE EL PAÍS DONDE TIENE SEDE
La absorción del que fue el segundo banco mayor de Suiza por el primero convertirá a UBS en un gigante valorado en el mercado en 1,5 billones de francos suizos (1,54 billones de euros), un tamaño que duplica el del PIB de la propia Suiza y que causa recelos entre sectores políticos y económicos del país.
Recientemente, una de las formaciones en el poder de Suiza desde hace décadas, el Partido Socialista, propuso reducir el tamaño de UBS, al considerar que presenta riesgos para la estabilidad nacional por las enormes garantías prestadas por el Gobierno para apoyarlo en su compra de Credit Suisse, que las propias autoridades solicitaron.
La compra del 19 de marzo fue nominalmente por un precio de 3.000 millones de francos (3.080 millones de euros), pero implicó garantías y apoyos financieros por parte del Gobierno suizo a UBS y Credit Suisse que sumaban 259.000 millones de francos (266.000 millones de euros).
Parte de esas garantías implicaban hasta 9.000 millones de francos (9.200 millones de euros) de cobertura para UBS de las pérdidas que le pueda ocasionar la absorción de Credit Suisse, una promesa que fue oficializada en acuerdo este viernes, 9 de junio, a falta de días para la absorción y en vista del efecto que pueda tener en bolsa.
EL SUIZO ERMOTTI, TIMONEL DE LA FUSIÓN
El proceso de absorción ha estado liderado por el nuevo consejero delegado de UBS, el ejecutivo local Sergio Ermotti, nombrado diez días después de la adquisición precisamente para encaminar con rapidez la fusión, dada su amplia experiencia en el sector bancario suizo.
Ermotti ha defendido en las últimas semanas que el nuevo tamaño que alcanzará UBS tras la fusión no debe ser tenido tan en cuenta como el posible prestigio que puede dar al mercado bancario suizo, recuperando para éste una imagen que ha perdido parcialmente precisamente tras el fiasco de Credit Suisse.
Sacudido por numerosos escándalos y por su exposición a inversiones de alto riesgo que le causaron millonarias pérdidas, Credit Suisse se vio finalmente afectado de tal manera en bolsa por la crisis bancaria que este año se inició en Estados Unidos que las autoridades suizas forzaron su compra de UBS para evitar su quiebra.
Su plantilla ya se ha ido reduciendo en los últimos meses (de los 50.000 de finales de 2022 a unos 48.000 en la actualidad) y se espera que lo siga haciendo: los analistas prevén que sólo en Suiza la nueva UBS tenga que cerrar unas 75 sucursales y recortar unos 10.000 empleos.
La fusión ya obtuvo la luz verde inicial de reguladores de importantes mercados bancarios, entre ellos los de Estados Unidos y la Unión Europea, después que los de Suiza la defendieran como una solución difícil, pero necesaria, para mantener la estabilidad financiera global.
Aunque la fusión termine con Credit Suisse, esta entidad y sus antiguos responsables seguirán siendo objeto de investigación por parte de la comisión parlamentaria (una de las primeras de la historia de Suiza) que esta semana fue aprobada por el Legislativo helvético para determinar quién fue responsable de su debacle.