Un candidato palestino está decidido a entrar en el Ayuntamiento de Jerusalén en las próximas elecciones municipales, que tradicionalmente han sido boicoteadas por los árabes residentes en la ciudad quienes no legitiman la ocupación israelí de la parte oriental.
"Jerusalén para los jerosolomitanos", encabezado por Ramadán Dabash, es el nuevo partido que intenta cambiar el espectro político de la Ciudad Santa y hacer que los palestinos vayan a las urnas el próximo 30 de octubre, cuando la ciudad tendrá un nuevo gestor después de que el actual alcalde, Nir Barkat, decidiera no renovar su candidatura tras diez años en el cargo, y apostar por la política nacional.
"En Jerusalén Este no hay suficientes servicios. Quiero que sea diferente, quiero cosas mejores para mi gente. Nadie nos ha ayudado en los últimos 51 años. Escuelas, una piscina... No hay nada, es como un desierto", insiste Dabash durante la presentación de su propuesta ante un grupo de periodistas.
Este ingeniero de 53 años que vive en Sur Baher, uno de los 28 barrios de Jerusalén oriental, asegura que afronta "un reto" porque "no es fácil que la gente decida estar en la municipalidad".
"La gente no está muy predispuesta a hablar y cambiar su mentalidad. Por eso yo pruebo y espero tener éxito", aventura.
Desde que Israel -que considera Jerusalén su capital indivisible y eterna- ocupó la parte oriental de la ciudad en 1967 y posteriormente se la anexionó en 1980, la mayoría de los palestinos rechaza votar en los comicios locales porque supondría "un reconocimiento" de esa autoridad, explica a Efe el director de la organización católica de derechos humanos Sociedad St.Yves, Raffoul Rofa.
El abogado señala que "ha habido mucha discriminación contra los palestinos históricamente" en la ciudad, donde "no tienen los mismos servicios que en Jerusalén Oeste o los asentamientos" y enumera, entre otros, "estándares más bajos en infraestructuras", una recogida de basuras menos regular, carreteras en mal estado y falta de aulas en escuelas, "hasta dos mil", según en candidato Dabash.
Estos residentes denuncian dificultades para conseguir licencias de construcción, mientras critican que los colonos judíos, de la zona oriental, las obtienen con regularidad.
De acuerdo a datos publicados en 2017 por la organización israelí Ir Amim, que aboga por una Jerusalén "equitativa y estable", el 37 % de los jerosolimitanos -unos 370.000-, son palestinos "pero solo el 15 % de Jerusalén Este y el 8,5 % del área total urbana están divididos para su uso residencial". Y el presupuesto asignado en el pasado solía rondar el 10 %.
En un informe de 2016, el defensor del pueblo de Israel, Joseph Shapira, señaló que en Jerusalén no existía un plan de urbanismo válido y que los palestinos conseguían solo un 15 % de los permisos de construcción concedidos, una cifra que Ir Amim reduce al 8 %.
El Ayuntamiento expuso a Efe que recibe un número "desproporcionadamente bajo de solicitudes de permisos de construcción en vecindarios predominantemente árabes", en torno al 14 entre 2010 y 2016, pero aseguró que cuando se presentan "tienen una tasa de aprobación particularmente alta", destacando que en 2016 se pasó el 99 % de estas peticiones -197 de 198-.
Rofa valora que la política israelí ante el Este "ha cambiado" en los últimos años y pone como ejemplo una reciente y cuantiosa inyección presupuestaria para mejorar las infraestructuras, incluida la educación, pero "aún hay una brecha y el miedo al abandono", opina.
La Municipalidad señala que en 2017 se inyectaron 230 millones de euros en ese sector y en los últimos años se han hecho "inversiones y desarrollo sin precedentes en Jerusalén Este, incluida la apertura de nuevos parques, escuelas, actividades de enriquecimiento", dentro de los "muchos proyectos que se avanzan en las partes orientales de la ciudad".
Los presupuestos se asignan por sectores, matiza, y "son para el beneficio de todos los residentes en base a las necesidades".
Dabash insiste en que no quiere "hacer política", sino atraer al mayor número de votantes posible para acceder al Ayuntamiento y, una vez dentro, "poder ayudar", a pesar de que su iniciativa, asegura, le ha valido amenazas de muerte e incluso "un intento de asesinato", y las presiones en contra han forzado la reciente renuncia de uno de los 22 miembros de su lista .
A esto, dice, se suma la oposición entre los religiosos, "la gente de Al Fatah (partido que controla la Autoridad Nacional Palestina)", a la que también acusa de "abandono", aunque Israel no le permite tener presencia en Jerusalén, o el llamamiento que hizo recientemente el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, de renovar el boicot.
Sobre esta tendencia, en la calle, muchos desconocen que habrá un candidato palestino, y los que lo saben, prefieren no hablar de ello.
"¿Por qué ahora y no hace diez años?", se pregunta George -un nombre falso-, uno de los pocos que se atreve a opinar sobre el asunto en las inmediaciones de la Puerta de Damasco, la principal entrada a la Ciudad Vieja, en territorio ocupado.
Desconfiado, no piensa que la iniciativa de Dabash pueda tener éxito, aunque le gustaría, y tampoco cree que en Jerusalén las cosas cambien o se pueda desvincular la gestión de servicios de la política: "Aquí, la política siempre se impone", zanja