Italia celebrará desde mañana una cumbre para tratar de impulsar el diálogo entre las partes enfrentadas en Libia, un país en el que Roma tiene enormes intereses políticos, económicos y estratégicos y donde compite en influencia con Francia.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, la ha bautizado como "Conferencia por Libia" y se celebrará hasta el martes en la ciudad de Palermo (sur), en la isla de Sicilia, simbólico puente geográfico entre el norte africano y el continente europeo.
La cumbre comenzará con una cena de trabajo en la Villa Igiea y las labores se retomarán la mañana del martes entre las 11.00 y las 13.30 locales (10.00-12.30 GMT), para terminar con una rueda de prensa final del primer ministro italiano.
El objetivo es animar el diálogo para favorecer la salida de la parálisis en la que se encuentra sumido el proceso de pacificación y estabilización del país, fragmentado y en guerra desde la caída de Muamar al Gadafi en 2011.
En la víspera de su apertura aún no se ha desvelado la lista oficial de participantes, aunque desde el Gobierno de Roma han asegurado que estarán representadas todas las partes.
Por ello, aunque con dudas, se espera al jefe del Gobierno libio sostenido por la ONU en Tripoli, Fayez al Serraj; al hombre fuerte del este, el mariscal Jalifa Hafter; al presidente del Parlamento de Tobruk, Aguila Salah, y al del Consejo de Estado, Jaled al Mashri.
En las últimas horas ha trascendido la posible ausencia de Hafter debido a la participación de representantes de Catar y los partidos de la oposición en Italia han pedido explicaciones al Gobierno, pues esto echaría por tierra las intenciones de la conferencia.
En torno a la mesa también se sentarán líderes de varios países africanos, el enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, y representantes de Gobiernos europeos, y desde España llegará el secretario de Estado de Exteriores, Fernando Martín Valenzuela.
La cumbre se da después de que el pasado jueves Salamé presentara un nuevo plan para estabilizar el país, que prevé una Conferencia Nacional a principios de 2019 y elecciones en la próxima primavera.
Por ello, la mayor ambición de esta conferencia debería ser servir de apoyo a la iniciativa de Naciones Unidas, explica a Efe el experto para el Norte de África del Instituto para los Estudios de Política Internacional (ISPI), Arturo Varvelli.
En su comparecencia ante el Consejo de Seguridad del jueves, Salamé reclamó "unidad" a la comunidad internacional en esta espinosa crisis: "Es crucial si queremos la estabilidad de Libia".
Sus palabras evocaron las posturas divergentes que muestran los países de la comunidad internacional al respaldar distintas facciones en función de sus intereses y, en concreto, a la pugna de influencia que mantienen sobre el damero tanto Italia como Francia.
El presidente francés Emmanuel Macron logró reunir el pasado mayo en París a los representantes libios en un encuentro que se zanjó con un compromiso de convocar elecciones el próximo 10 de diciembre, una fecha que finalmente ha quedado en mero papel mojado.
Y pocas semanas después el primer ministro italiano acudió a la Casa Blanca y anunció la conferencia de Palermo, recibiendo además el espaldarazo del presidente Donald Trump, que, dijo, reconoció a Italia el "rol de liderazgo como promotor de la estabilidad libia".
En opinión del analista del ISPI, el nuevo Gobierno italiano, del Movimiento Cinco Estrellas y la ultraderechista Liga, formado el pasado junio, sintió el deber de ofrecer "una respuesta política" al avance de París y por ello convocó este encuentro.
El interés de Roma en su antigua colonia es doble: Por un lado hay una razón política, pues de ella depende el flujo migratorio del Mediterráneo central, que ha supuesto la llegada de cientos de miles de inmigrantes a suelo italiano en los últimos años.
Pero además hay una nada desdeñable razón económica: los enormes recursos energéticos que alberga el país, con un petróleo "muy limpio y cercano" al que aspiran tanto la gala Total como Eni (Esta última, según sus datos, en 2017 extrajo 384.000 barriles al día, el máximo histórico desde que opera en Libia, en 1959).
En definitiva, en la crisis libia subyace la rivalidad entre ambos países europeos pese a que, según Varvelli, una posición común podría favorecer la unidad de la comunidad internacional ante el avispero libio y dar así un primer paso hacia su estabilidad.
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Italia mueve ficha para tratar de impulsar la estabilización de Libia
El objetivo es animar el diálogo para favorecer la salida de la parálisis en la que se encuentra sumido el proceso de pacificación y estabilización del país
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