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Navalcardo

Literatura venatoria jiennense

Hay una literatura propia de esta tierra, donde Jaén es protagonista a través de su naturaleza y su  fauna

  • Jornada de montería. -

Hay una literatura propia de esta tierra, donde Jaén es protagonista a través de su naturaleza y su  fauna.

En sus páginas, el lenguaje del asfalto desaparece para imponerse el de la sierra. Aquel que sabe de nombres, formas, lugares y modos cuyo significado a veces ni siquiera se refleja en un diccionario al uso. Pero pervive porque el paso del tiempo así lo quiere, mantenido generación tras generación pisando el campo, y trasladando una forma de comunicarse que sólo se genera en torno a la caza.

Y es que la caza es un mundo que pudiera parecer minúsculo, a ojos de quienes no lo conocen y lo condenan con el odio obsesivo propio del desconocimiento, el fanatismo y las modas. Un mundo que en Jaén se hace mayúsculo en los confines de nuestras sierras, y que en temporada se vive con infinita pasión desde el amanecer hasta que el día se apaga.

Por eso cuando llega este tiempo de berrea y de antesala de una nueva temporada que está por llegar, los monteros acudimos a esos libros que dejaron escrita la caza según Jaén. Relatos de lo vivido, lo imaginado o incluso lo fantasioso. Reactivamos nuestra pasión.

Tensión en lances que pudieron ser y no fueron. Otros que sí llegaron a ser. La emoción de los recuerdos y la descripción de esos lugares a los que uno acudió –un puesto en una armada- para no volver jamás allí. Y todo contado con el lenguaje preciosista y rotundo del campo, la caza y la intimidad del verdadero paraíso interior de Jaén: las entrañas de sus sierras.

Quizás por desconocida, y relegada sólo a quienes viven la caza, a la literatura venatoria que ha generado nuestra tierra Jaén sigue sin darle el valor que se merece. Que es mucho.

Porque más allá de autores que están en la memoria de todos como Jaime de Fóxa y su “Solitario” o Alfonso Urquijo y su prolífica obra que perpetuaron para siempre un Jaén montero que ya no volverá, en las casas de muchos monteros de esta tierra se conservan como oro en paño el libro del ingeniero José María Almendral – que abatió el mayor trofeo de venado en Navalcardo- dedicado a la caza del macho montés, las crónicas de quien fuera deportista olímpico Pedro Medina, los libros de memorias y divulgación del Catedrático de Filología Griega de la UJA Mariano Benavante y Barreda.

O  más reciente en el tiempo el “Tirando al monte” del letrado tosiriano José María Ortega donde los capítulos del libro se cuentan por fincas monteras y el relato de lo vivido se escribe entre irónico y mordaz, dando cuenta siempre de ese Jaén indómito que se presenta ante nuestros ojos, la mirilla de un rifle y en un silencio que sólo se rompe cuando se suelta una rehala para montear una mancha y tirarse al monte.

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