Con 30.000 flores traídas desde San Remo, la Sala Dorada del Musikverein vienés acogió la tradicional bienvenida al nuevo año que la Filarmónica de Viena ofrece cada 1 de enero.
Prêtre, viejo conocido de la orquesta vienesa y que ya en 2008 tomó la batuta en el recital de Año Nuevo, afrontó con un excelente humor y mayor entusiasmo su anunciado objetivo de que “durante dos horas todos olviden sus problemas”.
Con tal declaración de intenciones, no sorprende que el recital lo inaugurara la apertura de la opereta Die Fledermaus, de Johann Strauss hijo, un auténtico canto a la alegría de vivir y a la fiesta. La obra cumbre del Rey del vals marcó el tono desenfadado del resto del concierto, que contó con obras del resto de la familia: Johann padre, Josef y Eduard.
Al final, los acordes de El Danubio Azul y la Marcha Radetzky pusieron fin al concierto.