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?El Fandi? gusta, aunque en el pueblerino ambiente del sábado

El Fandi se hizo respetar ayer en Sevilla, con una versión insospechada de su toreo, más firme y capaz de lo que acostumbra con la muleta, aun en el ambiente pueblerino característico de esta corrida de sábado de Feria, a punto de cortar una oreja al último toro.

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  • ?El Fandi? tras colocar un par de banderillas a su primer astado de la tarde. -
El Fandi se hizo respetar ayer en Sevilla, con una versión insospechada de su toreo, más firme y capaz de lo que acostumbra con la muleta, aun en el ambiente pueblerino característico de esta corrida de sábado de Feria, a punto de cortar una oreja al último toro.

No se esperaban quejíos, entendidos éstos desde el punto de vista taurino, de los que ponen la carne de gallina. No era cartel para estremecimientos. La empresa en este día va a lo barato, en busca de la rentabilidad en la taquilla.

Un cartel de pueblo, que ya es clásico en el ciclo abrileño, el sábado. La gente, sobre todo foránea, llega en avalancha a Sevilla, ávida de los acontecimientos que definen la feria, uno de ellos sin duda la corrida en la Maestranza. Lleno asegurado, y más con los llamados toreros mediáticos.

El primer toro de El Cordobés no terminó de humillar, pero se movió por allí. En el argot se dice que sirvió. No obstante, El Cordobés anduvo con el complejo de que lo suyo es otra cosa, desperdiciando la ocasión.

El cuarto tuvo pocas arrancadas, pero las tuvo, lo que con otro talante hubiera sido suficiente para el triunfo. Pero no se metió el hombre en faena, dejando que pasara el tiempo hasta que el animal acabó también rajado.

Rivera Ordóñez salió del paso en su primero, toro tan noble como apagado. El quinto bis, de La Plata, traía un nefasto precedente por la guasa que había sacado un hermano suyo también sobrero, que días atrás no llegó a traer de cabeza a Enrique Ponce por el valor y los recursos que éste le echó.

El toro en cuestión, por no tener, no tuvo ni peligro. Rivera firmó, no obstante, un notable tercio de banderillas, clavando fácil y seguro, sin los ruidos que tanto se llevan en el segundo tercio cuando toma los palos el matador de turno.

Y ya El Fandi, y su acostumbrado guión. La larga de rodillas pegado a tablas, los lances más o menos airosos, incluido un quite por chicuelinas con tafalleras en su turno al toro segundo, unas chicuelinas al paso ya en el primero de su lote, y por supuesto las banderillas.

Polvareda de aplausos levantó el granadino en el tercio de banderillas a sus dos toros. Más redondos lo tres pares a su primero.

En el sexto falló uno y pasó sin clavar en otro. Insospechado Fandi, que llegó a escuchar la música y todo en el último tramo de la faena. Si mata como Dios manda, quién sabe si hubiera cortado también la oreja.

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