Mañas explicó ayer que se había jurado no volver a trabajar con niños después de dirigir a Juan José Ballesta en El Bola, pero las promesas se las lleva el viento y se ha lanzado al más difícil todavía con la pequeña Lucía Fernández, que a sus 4 preciosos años “se come” a sus experimentados compañeros de cartel en esta fábula sobre el amor extremo hacia los hijos.
Lucía es Dafne, la hija de un matrimonio convencional. El padre, Leo (Juan Diego Botto), es un abogado frío y volcado en su trabajo que delega en su mujer, la dulce Alicia (Ana Risueño), el cuidado y la educación de la niña. Pero Alicia muere repentinamente y Leo tendrá que ser padre y madre a un tiempo.
De hecho, el personaje que interpreta Botto deberá ser más madre que padre, ya que la brutal necesidad que tiene la niña de su mamá llevará a Leo a travestirse en su difunta mujer para darle a Dafne el amor materno que pide.
Para el papel de Leo, Mañas sustituyó el cásting por una reunión de amigos a los que planteó el personaje, complicado porque un solo matiz podía desviarlo hacia algo “o pop o grotesco”, y el director no quería ninguna de esas dos cosas.
“Cuando vi a Juan Diego Botto dije es éste, porque le daba clase y dignidad al personaje”, ha explicado el cineasta, que ha confesado que siempre que ve el primer montaje de sus películas se aterra y tiene ganas de defenestrarse”.