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Diego Luna: Un director con obsesiones paternales

Al actor Diego Luna le cambió la vida el nacimiento de su primer hijo, hasta el punto de que fue el impulso necesario para hacer su primera película como director, Abel, una historia sobre la ausencia de la figura paterna que ayer abrió la sección latina del Festival de San Sebastián.

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Al actor Diego Luna le cambió la vida el nacimiento de su primer hijo, hasta el punto de que fue el impulso necesario para hacer su primera película como director, Abel, una historia sobre la ausencia de la figura paterna que ayer abrió la sección latina del Festival de San Sebastián.

Luna, al que el lado paterno le sale casi en cada frase, habló ayer con Efe en San Sebastián de una película con la que se lamenta en voz alta de una sociedad mexicana que ha cargado sobre las mujeres la responsabilidad de cuidar a los hijos y que ha paseado por éxito por festivales como el de Cannes.

La crisis, explica pausadamente Luna, se ha convertido “en una excusa” –aunque insiste mucho en que “no se puede juzgar”– para que muchos mexicanos salgan al extranjero.

“Hay una cantidad infinita de familias que sobreviven y subsisten del trabajo de los suyos en Estados Unidos porque su país no ofrece las oportunidades que la gente necesita”, señala el director.

Pero al mismo tiempo, hay otra parte de la sociedad que “se ha escudado en ese fenómeno para justificar su abandono como padres”, dice Luna, antes de agregar: “Hemos entregado la responsabilidad de la educación de nuestros hijos a las mujeres”.

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