Saura presentó su película en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla, un año después de que terminara el rodaje en la capital andaluza y más de quince desde que estrenó Flamenco, la película que inició la saga fílmica del cineasta sobre el arte del flamenco.
Hace cinco años ya se intentó que el flamenco fuera declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y ahora se ha vuelto a presentar una candidatura.
Sobre su nueva película, Flamenco, flamenco y la que inició la saga, Saura no cree que “se deba comparar un flamenco con el otro”, y en este sentido aseguró que en los últimos quince años se ha producido una “evolución” en el modo de expresión de los artistas, “sobre todo en los del baile”.
A este respecto, apuntó que la obra que presentó ayer supone “un ejemplo de ese puente maravilloso entre lo que era, lo que es y lo que será en el mundo del flamenco”.
La película no se apoya en ninguna historia de ficción sino que es una sucesión de escenas en las que artistas flamencos -como Niña Pastori, Paco de Lucía, Estrella Morente, Farruquito, Miguel Poveda o José Mercé- interpretan un palo determinado.
A los anteriores nombres se suman otros como los de los guitarristas Manolo Sanlúcar, Tomatito o Diego el Morao; los bailaores Israel Galván, Sara Baras, Eva la Yerbabuena o Rocío Molina; los pianistas Diego Amador y Dorantes y los cantaores Carlos García, María Bala, El Zambo o Arcángel.
Aunque señaló que “están todos los que están”, Saura lamentó la ausencia de “otros muchos grandes” del flamenco actual, entre los que señaló a Enrique Morente, que no pudo participar en la película.
En la escenografía, que recuerda a la propia del teatro, predominan representaciones del sol o la luna, en alusión al paso del tiempo, y la presencia de cuadros sobre el flamenco de pintores como Julio Romero de Torres.
La mayoría de las escenas, en cada una de las cuales se interpreta un palo concreto del flamenco, fueron rodadas “casi del tirón y con dos cámaras”, indicó el director.
Asimismo, Saura destacó que durante el rodaje los artistas disponían de “total libertad”.
