Luminosidad increíble, trazos rectos, simples, como si los arquitectos quisieran arrastrar al viajero, sin aviso previo, hasta las cristaleras que se abren a unos metros del Tajo, del Puente Nuevo: la Alhambra de Ronda, como don José me dice en cuanto pegamos hebra. Observo el trato exquisito que la recepcionista dispensa a dos recién llegados, mientras una limpiadora pasa la mopa. Y nos acomodamos a una mesa bañada por el sol de este frío día de diciembre.
Le pongo en antecedentes. Esto no va a ser un “tú preguntas, yo respondo”. Hablaremos sin orden y después daremos forma al fondo de sus palabras.
— Como guste.
Está en la mirilla de todos, y lo sabe. ¿No acaba fatigando ser buque insignia de la hostelería y el turismo en una ciudad que está abocada, sí o sí, a cimentar su futuro en este sector? Lo digo por aquello de la responsabilidad, los referentes, ya sabe.
— Soy consciente de ello, o lo pretendo. Todos los que hacemos posible el día a día del Parador sentimos esa responsabilidad a la que alude, pero nada nos complace más que ser un referente, un modelo en el sector, dicho sea con humildad. Nuestro compromiso es ir a más cada día. Sin embargo, todo es más sencillo cuando se contextualiza dentro de la política general que Paradores practica desde que abriera el primero de sus establecimientos, el de Gredos, allá por 1928. Da mucha seguridad saberse parte de un grupo con más de 4.000 trabajadores y 95 establecimientos de prestigio mundial. Tranquiliza y motiva saber que este Parador de Ronda no está solo, sino que forma parte de la misma red que, por mentar algunos, Olite, Mérida o el Reyes Católicos de Santiago, el hotel más antiguo del mundo. En ese contexto se ubica el nuestro. Y no es que lo diga yo, es que lo dicen los turoperadores más señeros. El de Ronda es uno de los más emblemáticos de Andalucía y, claro, eso hace que sí, que efectivamente seamos ese buque insignia donde los demás verifican la calidad que demanda el viajero.
Menciona paradores que ocupan edificios históricos muy importantes. Sin embargo, el de Ronda surge del pecio, de las ruinas del Ayuntamiento viejo…
Y ahí me para. Interrumpe. Asoman el profesional sensible y el rondeño de adopción que lleva dentro.
— Cierto que no es un edificio histórico, pero nos encontramos en mitad de la Historia, a unos metros de dos maravillas, el Tajo y el Puente Nuevo de Aldehuela, que nos singularizan y nos dotan de un interés artístico y cultural ciertamente único. Esos son los valores que nos definen. Nuestras señas de identidad están en la propia monumentalidad del entorno, en la naturaleza, en el emplazamiento… Todo eso hace del Parador de Ronda un destino especial, justo lo que el viajero busca cuando nos elige.
Se entiende, visto así, que los clientes les den una valoración media de 8,8 sobre 10. ¿Poco, mucho…? ¿Se conforma?
— Vaya por delante que a mí me gusta estar bien valorado, porque eso me dice si voy en el buen sentido. Esa puntuación es alta, sobre todo para un parador de nuestro tamaño y con un paso de viajeros tan importante, no sólo por el número, también por lo diverso de su procedencia. Pero no me conformo. Hemos subido 6 décimas desde mi vuelta, pero mi reto es seguir avanzando para corregir aquello que pudiera separarnos del 10. Así que contentos y agradecidos por la valoración tan alta que nos dan, pero ni mucho menos nos echamos a dormir.
Sea más explícito.
— Hay que renovar la ilusión, sentir el trabajo, mejorar el servicio en todo aquello que sea mejorable, superar los efectos de una crisis durísima, actualizarnos como equipo. Pero esto es algo que se asume en toda la red de Paradores… Además, la ocupación está aumentando.
Ahí quería llegar. Usted habla de grupo y lo que motiva esta entrevista es justamente eso, que alguien con su trayectoria profesional, con su experiencia, diga algo a esos chavales emprendedores que quieren enfocar su futuro hacia el sector del turismo, la hostelería… ¿Qué es lo primero que pide a los integrantes de su equipo?
— Yo lo primero que pido es que sean buenas personas.
Bonito sí que es...
— Y así lo veo. Quiero personas con buena actitud, sin que haga falta ser una lumbrera. A partir de ahí se forman los buenos profesionales.
Doy por supuesto que conoce la plantilla del Parador.
— Treinta y nueve personas. A las que hay que sumar servicios externos que se contratan en momentos puntuales, sobre todo de Semana Santa al mes de mayo, inclusive, y luego en septiembre y octubre.
Volviendo al mensaje que le pedía para esos emprendedores que quieren engancharse al sector turístico y que apuestan por Ronda, sea más preciso, pero no tanto como director, sino desde el recuerdo de aquel joven que comenzó en el Parador de Tuy. Me interesa la opinión de alguien que se lo tiene currado.
— Me incorporo en 1988. Y está usted bien informado: mis comienzos fueron en el de Tuy, aunque ya conocía el sector turismo. Después de estudiar en Madrid, trabajo en la empresa americana Wagons Lits, que era un referente mundial y lo sigue siendo. Mi función era coordinar servicios para los que demandaban el destino España… Más tarde me ofrecieron dirigir una oficina de turismo receptivo en Torremolinos, y bien, a partir de ahí mi vida ha estado vinculada al sector. ¿Un consejo, entonces? Capacidad de adaptación, disponibilidad para el cambio y formación permanente, aunque lo fundamental es ser buena persona…
Ser de Paradores es como jugar la champions del gremio, o a mí me lo parece. La cuestión es saber cómo se llega.
— Casi puedo decir que lo mío estaba en el ADN. Soy de Bailén, donde había un parador del tipo albergue nacional de carretera, hoy cerrado por aquello de que la autovía lo dejó un tanto aislado. Estudié Turismo precisamente por mi vocación hacia Paradores. Así que un buen día se me pone por delante la ocasión y no me lo pienso. Tenía ya dos hijos pequeños, pero nos fuimos a Tuy y allí estuve, al frente de otro parador emblemático. He tenido mucha suerte, la verdad.
Algo habrá influido el esfuerzo.
— Que sean los demás los que digan.
Volvamos al mensaje que le pedía.
— Ah, sí… Los emprendedores, los jóvenes. Lo primero que deben tener es confianza en la ciudad, en su entorno, en sus gentes… A partir de ahí todo es posible. Porque el potencial turístico de Ronda va a más. Yo al menos no lo dudo. La base, el motor económico de esta ciudad es y seguirá siendo, en gran medida, el turismo, un turismo de calidad. Luego está la formación, dominar el terreno que se pisa, echar números… Y tratar al cliente como tú quieres que te traten. Al menos en Paradores es lo que pretendemos en cada detalle.
Abundando más, ¿qué se siente al estar al frente de una plantilla ciertamente numerosa? ¿Qué se siente al saberse parte de una sociedad estatal que es de lo poquito que nos queda cien por cien público? Por cierto, un inciso: los trabajadores con los que hablé tienen una opinión muy positiva del jefe.
— La consideración es mutua. Siento un orgullo inmenso de liderar un equipo extraordinario, y más aún cuando no fui yo quien eligió a las personas…
Volvamos. Me interesa su punto de vista sobre si se puede ser competitivo desde instancias públicas, porque a veces parece que lo público y lo rentable se repelen.
— Desde luego que se puede. Y Paradores es un buen ejemplo de lo que digo. Pero eso sólo se alcanza si todos los que integramos la plantilla vamos a una.
¿Formación?
— Fundamental, prioritaria. Prácticamente toda la plantilla pasa por cursos de actualización que se organizan en paradores situados en lugares céntricos, para facilitar la participación. Así el trabajador se siente “vivo” en la profesión, activo, y no se olvida de que es parte de un grupo humano de muy alta cualificación. En función de eso se marcan los objetivos generales de empresa, que es lo que dota a Paradores de los distintivos de calidad que tiene reconocidos, para que el cliente sienta el mismo trato en Jarandilla que en Ronda. El protocolo de servicio, desde los detalles de bienvenida a la recepción, pasando por el celo con que se cuida el aspecto de las habitaciones es idéntico en toda la red, y eso se nota. Los objetivos específicos de cada establecimiento los marcamos los directores y ahí entra la profesionalidad y la ilusión de la platilla. ¿Sabe como llamamos en Paradores a la comida de empresa navideña?
Dígamelo.
— En Paradores, y ni que decir tiene en Ronda, es la comida de familia. Si los equipos están cohesionados en torno a unas metas comunes todo es posible, incluso el 10.
Ahí se nota la mano suave, el tacto veneciano de la dirección. Savoir-faire, savoir-être.
— Saber estar y hacer… Un director debe transmitir ilusión, ganas. Por ejemplo, estamos en el 87 % de ocupación media, que no es poco, pero nuestro objetivo es recuperar el 95 % que tuvimos, llegar a lo máximo sin perder calidad. Pero hay más. He vuelto a Ronda después de doce años y me encuentro con que la clientela local se ha diluido. Detecto el problema, lo tratamos y nos marcamos estrategias para recuperar clientes que disfrutaban de la calidad y los servicios del Parador. Ese es uno de mis retos: acercar el Parador a los rondeños, o mejor, volver a ser una opción de ocio local con unas calidades muy altas y a un precio razonable.
Recuperarnos para el parador a los que veníamos a tomar café y a leer la prensa no va ser fácil, ya se lo digo. Se tiene la sensación de que Paradores y precios altos van de la mano.
— Y no es justo.
Pongamos a prueba al director. Precio de una cerveza…
— La de presión 2,65.
El café.
— Dos diez. Ya ve que son precios muy competitivos. Junto al Puente, con unas vistas extraordinarias, prensa… Quiero que el rondeño entienda que esta es “su casa” -ruego entrecomille- y que estamos deseosos de recuperar aquella línea de trabajo. Algunas tardes, cuando veo las mesas, los ventanales, el ambiente de relax, la verdad es que siento pena de que los rondeños se lo estén perdiendo. Nuestros precios se justifican en el servicio que se presta. Y yo me he propuesto tirar barreras y acercar el Parador al cliente local.
Soy de los que creen que el Parador debió llegar mucho antes, pero aún así estoy convencido de que su inauguración en el 94 marca un antes y un después en el turismo rondeño.
— También lo creo yo. Pienso que el Parador llegó en unos momentos complicados para la ciudad. De algún modo, cuando abre sus puertas está marcando un rumbo económico que sólo se explica desde la explotación racional de sus potencialidades turísticas, medioambientales, paisajísticas… El Parador ha contribuido a definir líneas de futuro. Donde hay un parador, hay un algo especial que convierte al lugar en destino único.
Precios de la habitación más normalita.
— Estamos en torno a los 126 euros de ingreso medio. En la temporada más baja, y sin promociones, la más económica ronda los 100 y en alta la misma está en 188.
Una cuestión que no quisiera pasar por alto: ¿hasta qué punto trabajan el producto de la Serranía a la hora de elaborar la carta?
— En cuanto a la cocina, la verdad es que la he encontrado muy mejorada a mi regreso, con niveles óptimos. Los platos se trabajan bien, los menús se ajustan al máximo, se piensan bastante y sí, claro que se propicia el empleo de productos de calidad, y por supuesto de la zona. La cocina de este parador es muy, pero que muy exigente, y los precios adecuados.
Para conseguir esos niveles, ¿cuántas personas son precisas?
— Ocho en labores de restauración y cuatro en el office. Eso nos permite dar un trato muy personal a cada cliente.
Le voy a contar algo. En invierno, algunas noches suelo correr por aquí y me gusta ver su restaurante a tope. ¿Un referente también en esto?
Ríe. Don José sabe estar y sabe hacer, y como el que no quiere la cosa está “vendiéndome” las calidades contrastadas del Parador de Ronda. Hace rato que lo veo como un ventero de antaño, del XIX, incapaz de dejar tirado a un viajero. Ni un taco. Ni un comentario inoportuno. Su rapidez de reflejos muestra a alguien que no cree que el buen paño en el arca se venda solo. Y él lo pregona. A la veneciana, pero lo pregona.
— Nada más satisfactorio que ver como alguien que ha hecho miles de kilómetros para estar aquí, en Ronda, disfruta de nuestra cocina. Porque en nuestros platos está nuestra cultura, nuestra manera de ser, en fin, que es muy grato notar que se nos reconoce. Y si está lleno, pienso que se debe a la calidad de la carta y al buen hacer de la cocina y de los trabajadores que atienden, a la magia del sitio. Equipo, esa es la palabra, un equipo ansioso de ofrecer lo mucho que nuestra tierra tiene. Y los orientales… Qué decir. Extraordinarios. Vienen en grupos poco numerosos, casi siempre con media pensión. Verlos disfrutar de nuestra gastronomía a las ocho y pico, después de un día de ajetreo, es un orgullo. Todo lo que hemos hablado y la calidad de nuestra cocina hace que sean más de 750.000 los Amigos de Paradores.
Hábleme de la pernoctación media.
— La estancia media en Ronda es de 1,60 noches, y nosotros estamos en 1,80. Pero hay trabajo que hacer. Y no solo nosotros, sino el conjunto del sector, que también está a la altura.
Eso es lo bueno de trabajar en Paradores, que al no ser competencia directa no despiertan envidias aldeanas y pueden reconocer méritos ajenos.
— En ese sentido somos referente, pero no competencia. No es esa nuestra idea. Además, es justo reconocer que el nivel de la hostelería en la ciudad es muy bueno.
Si el Parador marcha, ¿el turismo rondeño va bene?
— Con humildad, sí. Muchos de los restauradores de Ronda, que son muy, pero que muy buenos, han pasado por aquí, y eso es un orgullo. Estamos haciendo futuro. Los empresarios del gremio de algún modo nos emulan sanamente, pues saben que estamos en línea. Si el Parador, como negocio, va bien, es que el ambiente es propicio para todos.
Antes de terminar, me gustaría saber dónde está el “toque” que diferencia al Parador.
— Lo primero es plantearse el trabajo con vocación de servicio. Entender esta casa como algo clave para el turismo de Ronda, pues de un modo u otro lo que damos al cliente favorece que su recuerdo sea más o menos grato. La marca Ronda es una responsabilidad que asume el equipo. Le cuento. Alguien, un día, pide un café bombón. El camarero me dice que no hay leche condensada en cafetería. Eso puede ocurrir. Y no lo dudo, salgo, compro una caja de sobres y el cliente tiene su café bombón. Ese es el “toque” Paradores.
Estar al detalle.
— Hay que satisfacer al viajero siempre que sea posible. Y si está en nuestra mano, se hace.
Usted, que tiene contacto con personalidades de todo tipo, ¿qué hizo y qué hace en pro de una Ronda Patrimonio de la Humanidad?
— Cuesta defender los valores de la ciudad. Estoy seguro de que Ronda será Patrimonio Mundial, pero hay que perseverar. Yo lo digo allí donde puedo. Pero no basta con creerlo, hay que organizarse. Ahora no le hablo como director del Parador, sino como un enamorado de Ronda y de sus encantos. A modo de ejemplo, estamos tratando de formar el Rotary Club en la ciudad. La influencia de los rotarios, muchos de ellos clientes fieles, puede ser decisiva para conseguirlo. Cada uno hará lo que pueda, porque Ronda lo merece.
Cerramos. Por este Parador han pasado personalidades muy importantes de la cultura, las artes, la política… Si tuviera que darme un nombre por el impacto mediático, ¿cuál destacaría?
— Usted lo ha dicho, muchos. Y que nos hayan elegido es un gusto. Mencionaría a la madre de S. M. el Rey Juan Carlos, al maestro Barenboim, los presidentes Aznar, Rajoy y Chaves, la señora Junco de ¡Hola!, el presidente mejicano De la Madrid, Vargas Llosa, Carrillo, embajadores, ministros, el presidente de la Peugeot-Citroën… Pero si tengo que dar un nombre, doy el de Madonna. Todavía nos piden la habitación que ocupó, y más porque una revista estadounidense con millones de lectores tuvo la ocurrencia de reseñarnos y dar el número.
En fin, don José. Con la voz de Madonna lo dejamos. Agradecido por su deferencia hacia Ronda Semanal.
— A usted. Aquí tiene su casa.
Y ciertamente, el ofrecimiento de este bailenense casado con una cartajimeña es tan sincero como cuando me envía el listado de ilustres y cierra diciendo: “Y otros más de 2.000.000 de clientes alojados y no alojados, no menos importantes para nosotros, que pasaron por este Parador de Ronda a lo largo de los más de 22 años de vida del establecimiento…”. Se entiende que quiera buenas personas. Un buen tipo.
Ronda
“Estoy seguro de que Ronda será Patrimonio Mundial"
En el apartado 'Conversaciones en la nube, entrevistamos a José Navío, director del Parador de Ronda
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