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El Loco de la salina

Una mentira gorda

Santa Cecilia, de haber cantado en el Concurso del Falla, no hubiera pasado de las Preliminares.

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Los locos sabemos latín. Y, si hace falta, griego. Por eso, cuando llegan días como el de hoy, nos ponemos hirviendo por muchas pastillas que nos den. Y es que no puede ser. Hoy se celebra la onomástica de Santa Cecilia, patrona de la música. A unos cuantos locos nos picó la necesidad de saber quién fue la santa y qué fue de ella. Y nos hemos quedado espantados.

Cuando hemos entrado en varios santorales a ver las vidas de algunos santos, nos ha dado la impresión de que están escritos para auténticos imbéciles que prácticamente son irrecuperables y dispuestos a tragárselo todo. A nosotros no nos ha disgustado el trato, porque ya somos imbéciles, pero cuántas criaturitas andan por ahí con el coco comido y asimilando lo que le echen. Entren en Internet, si les coge con moral, a leer esas vidas de santos y juzguen por ustedes mismos.

Dicen los que lo dicen que Santa Cecilia parece que se convirtió al cristianismo y fue martirizada entre los años 180 y 230 más o menos. Si no hubiera sido por la relación que le obligaron a tener con la música, hoy sería una santa más entre las miles que llenan el calendario. Y como los autores de las vidas de los santos tienen una imaginación que se la pisan, yo también desde mi condición de loco estoy por afirmar que Santa Cecilia tenía un oído aquí y el otro en Rusia.

Sin embargo, ¿por qué Santa Cecilia es reconocida en el mundo entero como la Patrona de la música? Ustedes con toda lógica se preguntarán: ¿cuántos conciertos dio Santa Cecilia, cuántas sinfonías compuso, cómo eran los motetes que con tanta afinación cantaría, cuántos instrumentos dominaba…?

Tengo que decir que nada de nada. Es más, Santa Cecilia, de haber cantado en el Concurso del Falla, no hubiera pasado de las Preliminares. ¿Saben ustedes por qué es Patrona de la música? Pues lo es, sin comerlo ni beberlo, debido a una lamentable equivocación. Todo se debió a un error en una traducción de las “Actas de santa Cecilia”, que por supuesto estaban escritas en latín. No tenemos por qué saber latín, pero vamos al lío. Les pongo el texto latino y su traducción errónea. Lea, compare y si encuentra algo mejor, me lo dice:

Decía el original                                 Decía la traducción
Venit dies in quo thalamus              Vino el día en que el matrimonio  
collocatus est, et, canentibus         se celebró, y, mientras sonaban
organis, illa (Cecilia virgo)               los instrumentos musicales, ella (la Virgen Cecilia)
in corde suo…                                   en su corazón…

Pues bien, el iluminado cerebro que tradujo estos versos tuvo un mal día y se columpió. Confundió la palabra “organis” y la tradujo como “instrumentos musicales” o también como “órgano musical”, cuando en realidad significaba “instrumentos de tortura”. Los códices más antiguos decían “candentibus organis”, lo cual tenía más sentido (se traduciría “entre instrumentos de tortura candentes”).

A Santa Cecilia la torturaban y no creo yo que en ese momento estuviera como para cantar o tocar, ni siquiera la guitarra. Bueno, pues a partir del siglo XV, en muchísimas pinturas, esculturas y arquitecturas, se le hizo cargar a la Santa con un pequeño órgano portátil, con un laúd, con un clavicémbalo…

Ya el Papa Gregorio XIII la canonizó en el siglo XVI e hizo un papelón dándole oficialmente el nombramiento de Patrona de la música, por «haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música». El Papa se cubrió de gloria y al final los locos hemos llegado a la conclusión de que por lo visto una mentira gorda dicha mil veces puede llegar a convertirse en una verdad. Vivir para ver.

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