La cultura del vino ha experimentado en los últimos años una verdadera eclosión en nuestro país. Los españoles, en número creciente, queremos saber y entender de vinos. Es cada vez mayor la curiosidad por conocer todo lo que rodea a cada copa de esta bebida que ha pasado a convertirse en un símbolo cargado de connotaciones. Todas ellas positivas: por encima de lo que pueda representar de nivel cultural o posición social del consumidor, el vino es también el exponente de toda una filosofía que podríamos denominar hedonismo bien entendido. El tan mediterráneo disfrute de la vida a través del cultivo de lo exquisito, siempre en dosis moderadas.
Los españoles pedimos consejo a los sumilleres en los restaurantes, comenzamos a asistir a cursos y catas de iniciación, queremos probar vinos nuevos y experimentar con nuevas variedades de uva, o planificamos las vacaciones para visitar bodegas y viñedos de las más dispares regiones vitivinícolas. Fenómenos como la Academia del Vino de España o el indiscutible auge que está cobrando el turismo enológico son ejemplos claros de este movimiento.
Pero el mundo del vino no termina aquí. Existe un fascinante siguiente nivel. Deténgase por un momento a imaginar que es posible seleccionar los mejores componentes de un vino y separarlos del resto. Piense que esta quintaesencia del vino después pudiera condensarse, como si de un elixir mágico se tratara. Y que el resultado, después de ser envejecido durante años en la penumbra en auténticas catedrales bodegueras del vino, pudiera ser embotellado y consumido a placer.
No estamos hablando de magia ni de fantasía, aunque las alquitaras y alambiques con que se elabora puedan guardar semejanza con los míticos utensilios de los alquimistas. Hablamos de Brandy de Jerez, la bebida espirituosa más importante de cuantas se elaboran en España.
El Brandy de Jerez es la única bebida espirituosa que se elabora a partir de la destilación de vino, y no de la cebada (whisky), melazas de remolacha (ginebra) o incluso patatas (vodka). Es por tanto la más noble de ellas, y por ello guarda unas semejanzas con el vino que son imposibles con los demás espirituosos.
Decir que el Brandy de Jerez es el espíritu del vino es mucho más que declamar una frase poética. A través de un cuidado y complejo proceso de destilación (evaporación y condensación), los bodegueros del Marco de Jerez logran extraer los mejores componentes del vino. El Brandy de Jerez es cuatro veces vino, porque son necesarios cuatro litros de vino para obtener uno sólo de Brandy. Sólo lo mejor puede emplearse para esta bebida, mientras que el resto se deshecha.
Por si fuera poco, una vez obtenido este elixir, -llamado holandas en Jerez-se envejece celosamente como un tesoro en las bodegas de la Denominación Específica Brandy de Jerez. El Brandy de Jerez es, de hecho, junto a Cognac y Armagnac, el único del mundo con Indicación Geográfica, reglamento propio y un Consejo Regulador que controla su estricto cumplimiento. Y un inciso aquí: durante muchos años se llamó popularmente coñac al Brandy (¡e incluso hay quien lo sigue llamando así!) aunque afortunadamente la mayoría ya lo conoce por su verdadero nombre, ya que tanto el Brandy de Jerez como el Cognac son Indicaciones Geográficas internacionalmente reconocidas.
Sólo aquellas bodegas situadas en el privilegiado triángulo geográfico que forman las ciudades de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda (en el extremo suroccidental de Andalucía, junto a la desembocadura del Guadalquivir) pueden criar y envejecer Brandy de Jerez. Y lo harán, además, utilizando exclusivamente botas de roble americano que a su vez han debido contener, al menos durante tres años, algunos de los extraordinarios Vinos de Jerez (Finos, Amontillados, Olorosos o Pedro Ximénez), lo que, por otra parte, contribuye a conferirle al Brandy de Jerez su singular personalidad.
El resultado de este proceso es una bebida excepcional que brinda un auténtico placer para los sentidos. A diferencia de otras bebidas espirituosas, el Brandy puede catarse y saborearse como si del vino más singular se tratara. El color debe ser brillante y luminoso, presentando toda una gama de tonalidades que pueden ir desde el amarillo dorado hasta el ámbar y el caoba en función de su vejez o del tipo de vasijas en que se envejeció. A la nariz nos regala una compleja y exquisita mixtura de aromas puramente vínicos, que van evolucionando con el envejecimiento, mientras que en boca podremos saborear sus notas de maderas, tostados y torrefactos. En definitiva, saborear un Brandy equivale a paladear lo mejor de los mejores vinos, elevado a la máxima potencia.
Contrariamente a lo que generalmente se piensa, el Brandy de Jerez es una de las más versátiles bebidas, pues permite su disfrute de maneras tan variadas como consumidores y mercados existen. Gracias a su excelente perfil organoléptico, es ideal para quien prefiere disfrutarlo sólo, en copa de balón, sumergiéndose lentamente en todo un mundo de aromas y sensaciones. Pero nadie se rasgará las vestiduras si se le echan unos cubitos de hielo: Brandy de Jerez on the rocks es ya un clásico.
El Brandy de Jerez tiene toda la riqueza de matices de un vino y al mismo tiempo todas las ventajas de una bebida espirituosa perfectamente combinable. Muchos nuevos consumidores están descubriendo el Brandy de Jerez como una bebida capaz de dar lo mejor de sí misma en las más heterogéneas combinaciones: con refresco de cola, limón, naranja, tónica, chocolate, ginger ale.. El trago largo, en la larga y joven noche española, es una atractiva nueva forma de consumo del Brandy que en España (al igual que ya sucede en otros países) se está abriendo camino y tiene un futuro prometedor.
De otra parte, pocas bebidas como ésta pueden consumirse en el momento del día que cada uno prefiera: en el café, en la sobremesa, como ingrediente fundamental de un agradable cóctel vespertino, en la noche como trago largo combinado… Por eso, la clásica copa de balón no es el único formato posible para esta bebida que admite perfectamente el vaso ancho o de tubo, la copa de agua, la copa de cocktail o incluso el chupito, tomado bien frío.
El Brandy de Jerez se elabora desde el siglo XVI, pero está protagonizando un verdadero redescubrimiento en todos los órdenes en pleno siglo XXI. Como los grandes clásicos que siempre permanecen, capaces de reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su personalidad, el Brandy de Jerez está llamado a seguir dando de que hablar al menos otros quinientos años más.