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Un brazo, 200 euros. El corazón...

Los negros albinos de buena parte del África subsahariana son cazados, muertos y descuartizados para hacer brebajes.

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El brazo de un negro albino en Tanzania sirve para dar fuerza a quien consume el ungüento que se produce una vez transformado. Los ojos de un negro albino en muchas partes de África, pero sobre todo en Tanzania, dan más vista a quien los consume convertido en pócima. El corazón simboliza el amor, el valor; el cerebro… cada parte del cuerpo de un negro albino en Tanzania y otros países de África, cada vez más, sirven a los negros negros para potenciar sus cualidades.

Obviamente, el negro albino ha de estar muerto, separados sus miembros y ‘cocinados’ según lo que se quiera sacar de ellos. Y si el negro albino está vivo y no se le puede cortar un brazo, sacar un ojo, arrancarle el corazón o rebanarle el cerebro, hay que matarlo. Y como consecuencia lógica de la expansión de esas prácticas a los diversos territorios de Tanzania, la demanda crece y la caza del negro albino se estandariza.

Y lo peor es que no sólo se demanda desde la superstición de personas sin ninguna otra formación que su cultura milenaria guiada por los brujos y hechiceros, sino que llega hasta los poderes públicos, los que guían al país, al fin y al cabo educados primigeniamente en las supersticiones como se las cataloga en el mundo civilizado, pero acervo cultura de los tanzanos al fin y al cabo y aunque cueste digerirlo. Dicho sea porque las cosas no hay que juzgarlas sin contextualizar. Y allí la superstición es cultura. Respetable cultura.

Pero eso no quita que desde Occidente y desde Oriente, desde al mundo civilizado, trabajen para erradicar esas supersticiones. Y no quita para que cada año un grupo de médicos se traslade a Tanzania para operar a un centenar de negros albinos que además de la persecución, que comenzó hace relativamente poco tiempo y del rechazo de la sociedad que los ve como un castigo de los dioses –si los padres no los sacrifican al nacer- sufren las consecuencias del albinismo en una tierra donde durante diez meses al año es como agosto en España. Al fin y al cabo los negros no son negros porque les guste el bronceado. Es la coraza que les ha dado la naturaleza para protegerse del sol, evitar los cánceres de piel, la muerte en un plazo de 25 ó 30 años desde que nacen.

Black Man White Skin significa hombre negro piel blanca. Negro albino. Es un documental pero mucho más que un documental. Es la prueba de que existe lo que ocurre en Tanzania y parte de África –cada vez más parte- “porque lo que no se cuenta no existe”, el alegato contra estas prácticas, una llamada de socorro para las víctimas, un homenaje a esos médicos que cada año realizan un centenar de operaciones en apenas dos semanas. Y un mensaje de esperanza, de positivismo. Eso es lo más importante.

“En este proceso de estudio de lo que pasaba con las personas albinas surge una creencia en torno a 2006 en Tanzania, que rápidamente se expande por toda el África negra, de que si matas a una persona albina y te la comes, digo bien, te la comes, vas a tener suerte en los negocios, en el amor… por lo que empieza a surgir una persecución a estas personas que ya estaban marginadas, pero que ahora se convierte en un elemento de superstición. Por si esto fuera poco, estar personas suelen morir de cáncer de piel a los 25 ó 30 años por lo que traté de reflejar en la película es que estableciendo puentes se pueden mejorar sus condiciones de vida”.

Quien dice esto es José Manuel Colón Armario, de San Fernando, productor, guionista, director y muchas cosas más de este documental que se presentó el jueves pasado en San Fernando, en los cines Plaza y donde se sigue proyectando con la colaboración de los gestores de los cines y para una buena causa, porque parte del dinero de las entradas se destina a la producción de cremas para protegerse del sol, con destino a estas personas.

Una minoría demasiado grande

Pero visto así, en la inmensidad de África, en los países donde se producen estas prácticas recientes, Congo, Malawi, Ruanda, Mozambique, Mali… puede parecer que es un problema que afecta a una minoría, pero también aquí hay que relativizar las cosas.

“Es verdad que puedes estar hablando de una minoría, pero que no es tan pequeña como creemos. En Europa o en Estados Unidos nace un albino cada 20.000 nacimientos, pero en África nace uno cada 5.000. Y en Tanzania uno cada 1.500. Eso está provocado por la endogamia. Al juntarse entre ellos por la persecución que sufren ha ido creciendo el número de albinos y cada vez va creciendo más”.

Ahora son unos siete millones de personas afectadas -200.000 sólo en Tanzania- toda Andalucía, la inmensa mayoría condenados a muerte prematura, más prematura si es por asesinato. Pero también ahí hay un lugar para la esperanza porque las cosas se mueven, no lo suficientemente rápidas, pero se mueven. Y España es un ejemplo en ello. Eso sí, un solo ejemplo.

El único albino que ha obtenido asilo político en un país occidental, lejos del peligro de ser cazado tratado con los medios occidentales para mitigar su problema –que un albino es albino en África y en España y la luz del sol le hace el mismo pernicioso efecto- lo encontró en España, siendo ministro Alfredo Pérez Rubalcaba que tuvo que consultar con los técnicos que había hecho el informe qué era esa motivación en la solicitud de que lo perseguían para comérselo.

“Charlie cuenta que para conseguir una simple gorra de esas de publicidad que nosotros tiramos todos los días él y su familia estuvieron sin comer toda una semana. Yo en este viaje llevé 600 sombreros y 600 gafas de sol, porque además de cáncer de piel, se quedan ciegos. Allí un trabajador normal gana unos 50 dólares al mes; un albino gana doce dólares al año y además tiene los peores trabajos. Si a eso se suma la persecución… Ayer mismo (por el lunes 18 de mayo) recibí un email diciendo que a una joven albina le había cortado los dos brazos para hacer ungüentos. Y el desconocimiento que hay sobre eso. De hecho Rubalcaba, en la entrevista que le hacemos en el documental, reconoce que desconocía que había negros albinos, que se enteró por la persona que pedía asilo. Y cuando se enteró de que pedía asilo político, no porque tenía cáncer de piel sino porque se lo querían comer, tuvo que llamar al chico que había hecho el informe y preguntarle qué error era ese”.

Charlie se gana la vida hoy en día se cocinero en uno de los mejores restaurantes de Madrid. Sin embargo, “posiblemente sea el grupo racial más perseguido del mundo en estos momentos. Y no por un motivo al uso sino por una superstición. En una de mis conversaciones con la Unesco me decían que no siquiera son esclavos. Esclavizar a una persona tiene un motivo material, que trabajen gratis. Es motivo. Aquí ni eso se valora. Se valora ser un brebaje. Y lo peor es que han detenido hasta a políticos. Y si la élite, el pensamiento que debería ser el más ilustrado, actúan así, qué ocurre en un poblado perdido de los muchos que vi cuando recorrí Tanzania de norte a sur.”

Uno de los países más seguros

Volvemos a contextualizar las declaraciones. Tanzania es uno de los países más seguros de África, con más mujeres en la política y en cargos públicos, lo que en Europa sería un signo de civilización. ¿Cómo en un país así surgen esas creencias? Pues posiblemente por una sola persona, un hechicero que lo transmite, otros hechiceros que lo magnifican, una población anclada en las supersticiones –ni siquiera en las religiones- que lo acoge con naturalidad, que lo ‘normaliza’, lo entiende y lo extiende.

“El Gobierno de Tanzania está luchando contra esto. En la frontera entre países han sido detenidas personas que viajaban con cabezas de personas albinas. Yo mismo negocié con un brujo, a través de una persona negra, cuánto valía el cuerpo de una persona albina. Un brazo se vende por 200 euros”. Obviamente, José Manuel Colón sólo estaba corroborando que existe ese comercio y lo hacía como periodista.

Pero la película, que advierte que muchas escenas pueden herir la sensibilidad de las personas –y bien advertido quedan porque es absolutamente cierto- no es sólo un relato macabro de lo que está ocurriendo en esa parte del mundo con siete millones de personas albinas. También es un compendio de relatos positivos.

“Para mí son héroes los doce médicos que se pagan de su propio bolsillo el viaje hasta Tanzania y la estancia cada año. Por cierto, el médico Pedro Jaén, presidente de los dermatólogos de España, es de San Fernando, aunque toda su carrera la haya hecho en Madrid. Y van allí cada año a operar a cien personas”.

Pero la ayuda no está sólo dentro de Tanzania por parte de las autoridades, de los médicos que se desplazan altruistamente cada año a salvar cien vidas. También hay casos de negros albinos que son un referente por sus cualidades y una correa poderosísima de transmisión del problema a la sociedad. Es el caso del top model Shaun Ross, que trabaja con el modisto Roberto Etxeberría o del cantante Salif Keita, a los que su fama les permite llegar a millones de personas.

Keita es el primer albino en conseguir un Grammy y por ende la imagen de la lucha contra el cáncer de piel en Francia. “Salif nos cuenta lo que le hacían en el colegio. Lo mínimo era escupirle”. Y eso era antes de que surgiera la caza y captura de los negros albinos.

Mucho más que un documental

Por eso Black Man White Skin es mucho más que un documental. José Manuel Colón y todo el equipo que ha estado con él son personas comprometidas y el objetivo de esos más de 80 minutos de cinta es llamar la atención. La premier fue en San Fernando pero ahora quedan Madrid –por cierto, una de las enfermeras que salen en el reportaje es la madre de la Reina de España-, Málaga, Barcelona, Sevilla, tres salas en Galicia…

“Vamos a ir a festivales nacionales e internacionales e internacionalmente va a tener una salida importante. La película está graba en el idioma que habla cada personaje, pero hay una voz en off que te va situando que en España es la de la mejor voz que existe, la de Juan Ochoa, también de San Fernando y a nivel internacional la voz es la del actos Óscar Jaenada, conocido en San Fernando porque hizo la película Camarón y ahora ha ganado otro premio en México por su película Cantinflas en el Premio de la Crítica en Nueva York y tenemos una sorpresa, que estamos a punto de grabar ahora, que se brindó a participar, me llamó y es la que va a poner la voz en off en inglés junto a Jaenada, Zoe Saldana, la protagonista de Avatar. La versión inglesa va a estar a dos voces y nos va a dar una salida muy potente”.

Todo eso contando con que cuenta con el apoyo del Real Madrid y el Barcelona, con Iker Casillas dentro del documental, de la Unesco y de puertas “que afortunadamente se nos han abierto para darle un carácter internacional importante”.

Dicho así parece muy fácil que José Manuel Colón haya podido hacer este documental, con estos apoyos tan importantes. Pero la realidad es otra muy distinta. Este es sólo el final o el principio de lo que llegue ahora.

“Yo empecé solo y aunque cuento con el apoyo de Canal Sur, que es productor, que es una parte, en un primer momento no tenía ningún apoyo económico. Comencé con el dinero que tenía, los apoyos familiares, sobre todo mis padres y el apoyo de los amigos. Hubo un momento en que la película tenía grabada la parte de España, había grabado a Shuan Ross, a Salif Keita, tenía grabada la historia de una niña albina que había llegado a España, de Cristina, una chica de Mozambique… y me quedaba el viaje a Tanzania. Los apoyos económicos prometidos no llegaban. No llegaban ni llegaron. Fue un amigo mío, José Antonio Villarrubia, que tiene una pequeña empresa de artículos de piel de Ubrique, que se llama paulaalonso.es, me dio el apoyo económico que necesita”.

Y no sólo el económico. En estos casos lo importante es que se abre una puerta, que se ve la puerta abierta la abra quien la abra y eso da alas para seguir. Siempre hay una puerta que se abre en la oscuridad. “Siempre. Yo he llamado a muchas puertas, algunas se han abierto y otras ni se me han abierto ni me han recibido, pero yo creo que ahora viendo la película habrá mucha gente a la que le hubiera gustado haber estado”.

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