Cuando la expedición del samurai Hasekura Tsunenaga arribó a Coria del Río (Sevilla) en 1614 no podía imaginar que cuatro siglos más tarde acabaría inspirando "Kimonobata", una colección de diseños que fusionan la bata de cola flamenca con el kimono japonés y que podrá verse en el Anticuarium de Sevilla entre el 1 y el 6 de febrero.
"Kimonobata" es también una exposición de artes plásticas, ya que cada uno de los 17 maniquíes que la integran ha sido intervenido por un artista español o japonés que ha empleado las más diversas técnicas, desde impresión digital a rotulador hasta pintura acrílica o material plástico reciclado.
Los diseños, todos efectuados en algodón reciclado, son de Manuel Fernández (Barcelona, 1962), veterano diseñador de moda y creador del Fashion Art Institute, entidad dedicada a la intervención en museos artísticos con piezas de diseño de moda.
Manuel Fernández ha explicado a EFE que el desencadenante de "Kimonobata" fue el relato que hace ya años le hizo su amiga María José Suárez, modelo y presentadora de televisión nacida en Coria del Río, de la expedición histórica de los samuráis y de cómo algunos de sus 180 miembros decidieron quedarse en la localidad sevillana, y cómo allí pervive desde entonces el apellido Japón, entre los descendientes de los expedicionarios.
El diseñador decidió entonces crear una colección que fusionara los kimonos con las batas de cola y entregárselos en blanco a una selección de artistas españoles y japoneses -pintores, escultores, fotógrafos, diseñadores y especialistas en instalaciones- para que los intervinieran.
El kimonobata correspondiente al pintor y escultor Manolo Valdés es una pieza en blanco y negro de una sobria elegancia, mientras que el del pintor Teruhiro Ando está directamente inspirado en la expedición samurái del siglo XVII y está decorado con pintura acrílica en varios tonos del azul que quiere evocar el mar y el movimiento de los barcos.
La malagueña Nuria Carrasco, cuya obra aprovecha los más diversos formatos, ha incluido lunares en su kimonobata, pero estos han ido más allá de la pieza diseñada por Manuel Fernández y se han extendido por el suelo, como si fuesen un fruto caído de la pieza de tela, con la que acaban conformando una inesperada instalación, mientras que otros diseños han sido decorados con viñetas de estilo manga, a cargo de artistas de entidades japonesas como el Koriyama College o el Studio Kösen.
El fotógrafo de moda Jaume de la Iguana ha intervenido el kimonobata que ha terminado siendo uno de los más coloridos y elegantes de la colección empleando la impresión fotográfica digital, con imágenes que, aunque en apariencia engañen, son una mezcla de envases de bebidas refrescantes, ya que esta pieza está dedicada a la preservación del clima en el Planeta, porque cada uno de los 17 kimonobatas se corresponde con un objetivo de desarrollo sostenible auspiciado por la ONU.
A esta cuestión de carácter social y conservacionista le ha dado mucha importancia Manuel Fernández, quien desde hace años trabaja para sus diseños de moda con materiales exclusivamente reciclados y cuyos trajes son confeccionados por víctimas de la trata, en colaboración con la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp).
Kimonobata, una vez clausurada tras su estreno en Sevilla, viajará a Japón, donde podrá verse en el Kobe Fashion Museum, el museo dedicado a la moda más prestigioso del país, y posteriormente a Tokio, a un espacio aún por determinar.
Un grupo de la Universidad Politécnica de Valencia también ha intervenido en uno de los kimonobatas, el único que poseé luz interior en la zona de los volantes gracias a que está dotado de una pequeña instalación eléctrica, mientras que el compromiso de Manuel Fernández le ha llevado a incluir un modelo inspirado en el barrio marginal sevillano de las Tres Mil Viviendas, donde en 2019 hizo una colección con las mujeres del barrio.