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Sevilla

Y al séptimo día...

La lluvia trunca la salida de la última cofradía en el Domingo de Resurrección. De nuevo las sillitas marcan la calle durante la Semana Santa

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Luis tiene 9 años y no va a olvidar nunca esta Semana Santa. Junto a su padre, tuvo la oportunidad de pedir la venia a la ciudad en la tarde del Martes Santo, en su hermandad de San Esteban. El edil que presidía los palcos, no sin cierto asombro, le escuchó atentamente, concedió la venia y le estrechó su manita, después de que el niño recitaba una fórmula aprendida de memoria. Gracias a momentos como este, nuestra Semana Santa tiene asegurado un futuro más que prometedor. Ese niño está llamado a ser un continuador de lo que ha visto en su casa. Un capítulo único de la más intimista Semana Santa.

Calor y sillitas

El calor ha sido la tónica de las ocho jornadas, con su cénit en la tarde noche del Jueves Santo. Un calor que ha provocado la intervención de los servicios sanitarios que han redoblado sus esfuerzos. La cera no se ha librado del termómetro y han podido verse cirios arqueados en nazarenos y pasos, así como flores que en determinados exornos han acusado la climatología. No solo la estética, sino factores externos como éste deben tenerse en cuenta. De nada sirven flores que pudieron ser y no fueron, el caso del Museo o palios mustios como la Virgen del Refugio. Hay que tener en cuenta las horas de sol que se van a soportar y buscar la flor adecuada. A esto se le llama “saber de cofradías”.

Las sillitas siguen haciendo estragos. Existen verdaderas tribunas que dificultan la permeabilidad que siempre han tenido los tránsitos de acera a acera. Se han visto lugares literalmente tomados, como el Postigo o la Cuesta del Bacalao, intransitables por ambos márgenes. Es necesaria y urgente una regulación más rígida por parte del ayuntamiento antes de que tengamos que llorar una desgracia. La sillita lleva aparejado el comportamiento del usuario, que entiende que puede y debe no moverse. O se le busca una solución o las consecuencias pueden no ser agradables.

Los nazarenos y música

Aún se siguen observando comportamientos no dignos a la túnica que se viste. Los nazarenos se siguen desperdigando alrededor del paso de las cofradías por algunas calles, a cara descubierta. No hablo de niños, hablo de adultos que no pueden pasar sin una cerveza en la mano. Las hermandades deben hacer más incapié en esto, sancionando a quienes no sepan qué significa lo que hacen.

Después vienen las fotos que a nadie le gusta ver. A los responsables hay que buscarlos dentro.
Con respecto a la música, las agrupaciones siguen interpretando marchas que bien pudieran servir como banda sonora de alguna película de romanos. En cornetas y tambores destacan de nuevo El Sol, la Centuria y Tres Caídas, siempre que esta última no interprete músicas más cercanas al flamenco que a la forma marcha.

En las bandas de palio, alto nivel como siempre en Tejera y el Carmen de Salteras y de muy altísimo nivel este año Las Cigarreras: la calidad de los músicos de esta formación está más que demostrada, tocando lo que deben en el momento que deben. Un placer para los oídos el Viernes Santo, con un repertorio elogiable tras la Carretería.

El andar

Los pasos han de ir de frente, siempre. En los misterios si se saben hacer cambios se deben hacer, pero para descuadrar un paso siempre hay tiempo. Los palios tienen cada vez más falta de gracia al andar: un ejemplo claro es la Macarena, cada año más cercana al ruán que al merino. En contra, la Esperanza de Triana no pierde la sal del barrio. El Gran Poder, por seguir en la misma jornada, sigue sin recuperar su zancada.

Los estrenos

Destaca sobre todos el manto de le Virgen de los Desamparados de San Esteban, con una linea muy sevillana y de una belleza extraordinaria. Ese palio queda más que completo. Un manto para ver de lejos y que gana en la cercanía: bordados sin estridencias y con una carga sentimental difícil de evaluar. Quien diga lo contrario, por muy erudito que se crea, sabe poco de esto.

Y ahora...

A esperar menos de un año. La próxima Semana Santa se ubica a mediados de marzo. Por tanto, los días de espera serán menos. Ahora comienza el tiempo de Glorias, en el que las calles se volverán a llenar de músicas e incienso. El gozo no ha acabado. Porque no acaba nunca.

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