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Esos libros en la plaza...

Aníbal González quería que la Plaza de España fuera una biblioteca: ¿es posible?

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  • Parrilla y García Perea -

La iniciativa de colocar libros en la Plaza de España continúa su proceso. A la primera entrega, a cargo de la editorial Punto Rojo, se han unido las firmas Babidi-Bú Libros, una editorial andaluza especializada en literatura infantil y juvenil, y la madrileña Cultivalibros, justo después de que desaparecieran los 1.500 primeros ejemplares.

Pero no todo son parabienes para la iniciativa, ya que a los muchos que se declaran a favor se les unen otros profesionales del mundo del libro que no comparten esas ideas y argumentos.

Iván Parrilla, director de Punto Rojo, argumenta que se intenta homenajear a Aníbal González, ya que asegura que la intención del genial arquitecto era la de utilizar el espacio como una biblioteca y un lugar de encuentros culturales. Esperanza García Perea, de la editorial Jirones de Azul, contrargumenta que no es el lugar natural del libro, por mucho que fuese, como dicen, el sueño de Aníbal González y que si así fuera debería haber construido estanterías adecuadas para albergarlos, pensamiento este no compartido por Parrilla que piensa que sus estanterías están proyectadas con la idea de guardar libros incluso en invierno, ya que su diseño permite una buena protección.

Otro punto de desencuentro entre estos dos profesionales es el hecho de que Parrilla cree firmemente que los libros, colocados en la Plaza de España, constituyen una forma más de acercar la lectura a los ciudadanos e incluso da una buena imagen de la ciudad con vistas al turismo. García Perea sin embargo cree que no se fomenta en absoluto la lectura llevando libros a lugares donde no van a ser preservados y para ello pone el ejemplo de que la primera partida de ejemplares desaprecio en solo dos días y añade: “¿Alguien se ha planteado quién va a correr con los gastos cuando esos libros se mojen y se queden hechos una pasta sobre los azulejos del 29, ¿Lipasam? ”

Parrilla está convencido de que en la Plaza de España siempre debería haber libros al alcance de los ciudadanos de forma gratuita y no solo en ocasiones como ésta en la que editoriales o particulares donan libros para esta causa, debería ser una práctica habitual.

García Perea, sin embargo, cree que estos deben ser donados a las bibliotecas municipales de la provincia, pequeñas bibliotecas que dan servicios a mucha gente. Está como ejemplo BIMA (Asociación de Bibliotecas de la Mancomunidad del Aljarafe) o la biblioteca de Alcalá de Guadaíra, que casi sin presupuesto acogen libros de Jirones de Azul, de otras editoriales o de bibliotecas particulares, poniéndolos al servicio del lector, “de muchos, no de uno que decida llevarse el libro a casa”.

Parrilla mantiene que esta es una medida social y cultural que enriquece a la ciudad de Sevilla y a todos aquellos que visitan la ciudad de la Giralda, mientras García Perea defiende que es una manera de colocar al libro en un lugar que no le corresponde. Aunque eso sí, se declara una ferviente defensora del libro, pero siempre que sea tratado como merece y estÉ colocado en lugares idóneos para su conservación y utilización.

Ante estas dos opiniones contrapuestas nos queda la opción de analizar profundamente la situación y valorar los pros y los contras de este tipo de medidas para así poder ofrecer cultura literaria a los ciudadanos, además de proteger y promocionar el libro como merece.

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