Frente a la violencia de género, los miedos, la discriminación o los estereotipos ha llegado a Sevilla un mosntruito peludo, de color rosa, ojos grandes y sonrisa amable. Se llama Igu y es un ser tierno y entrañable que, aunque conoce sus defectos, aprende de quien le acompaña, sabe luchar contra los prejuicios y velar por la igualdad y la tolerancia. Un monstruito peludo que siempre va acompañado de niños y niñas con los que ha emprendido la búsqueda de un tesoro: la igualdad de género.
Esa es la base de “La tribu de Igu”, una campaña de sensibilización social contra la violencia de género puesta en marcha por Agise y por la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, pero elaborada por mujeres, niños y niñas víctimas de violencia de género que se encuentran en centros de atención integral y acogida del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM). Es la gran peculiaridad de la campaña, que el material ha sido creado por ellos, verdaderos protagonistas, con el objetivo de, como explica la coordinadora de programas de Agise, Bárbara García, no sólo concienciar a la sociedad, sino además transformar el papel de víctima en el de agente de cambio social: “Hemos dado alas a sus mensajes para que salgan de los centros de acogida y para que la importancia que tiene la educación en igualdad llegue a toda la sociedad”.
Para ello han creado esta campaña coeducativa, un proyecto con el que los más pequeños aprenderán todos estos derechos y valores mientras juegan con el gran mapa del tesoro, observan alguno de los vídeos en los que aparecen Igu y sus amigos o leen el dossier donde se explica quién es este monstruito y cómo puedes ser su amigo pues, como indica García, “el dossier tiene un tono didáctico porque está dirigido a la población infantil con el objetivo de ganar adeptos a esa tribu de niños y niñas que quieren conseguir el tesoro de la igualdad”. Y si el monstruito es una metáfora de la de tolerancia y la igualdad, los niños y niñas que le acompañan también esconden una explicación. “Hacen alusión a toda esa pandilla de niños y niñas que tenemos acogidos en los centros pero también a toda la tribu que podemos formar las personas que estamos comprometidas con la igualdad”, explica la coordinadora de Agise.
Para eso se ha creado un díptico que cuando se despliega muestra un mapa en el que el tesoro representa la igualdad de género, 1.000 kits coeducativos de material escolar donde aparecen Igu y sus amigos, gifts y diversos vídeos que, además, son narrados por los propios niños y memes a los que, aclara García, han dado la vuelta “para que solo difundan tolerancia y respeto a todas las formas de ser y expresarse, desde la expresión de género hasta la garantía de poder ser quien queramos ser desde pequeños”.
Un proyecto con el que los más pequeños se divertirán mientras aprenden y en el que pueden intervenir sus padres explicándoles en qué consiste la coeducación, cada día más necesaria en una sociedad como la nuestra, en la que cada día surge un nuevo caso de violencia de género. “Es un proyecto tan necesario como fuerte, cada vez más aulas viven situaciones de violencia y demandan proyectos así”, explica la coordinadora de Agise. Por eso desde la organización aclaran que aunque la fase actual se basa en la comunicación y sensibilización, esperan que el proyecto siga reforzándose y se llegue a una tercera etapa en la que se diseñen nuevas herramientas y se trasladen incluso a cursos escolares superiores.
Proyecto inicial
El proyecto nació hace más de un año en los centros de acogida de servicio integral para víctimas de violencia de género del IAM como un programa de intervención socioeducativa para las mujeres, niños y niñas que están en estos centros. La idea inicial fue la creación de un libro viajero coeducativo que viajaría por las familias de acogida, para que las propias madres explicaran a sus hijos y otros menores qué es la coeducación y porqué es importante la igualdad de género tanto para nuestro desarrollo personal como para la evolución de la sociedad.
Sin embargo, ante la buena acogida se fue mucho más allá. Los libros viajaron por todas las unidades de acogida y las creaciones de las madres fueron sorprendiendo más y más. “Era un material tan bueno, tan sensible, tan inteligente y tan atractivo que necesitábamos hacer más con él”, explica García. Así nació la campaña coeducativa, segunda fase del proyecto en la que se encuentran ahora.