La Consejería de Cultura reparará parte de las cubiertas de su sede oficial en el Palacio de Altamira, en Santa María la Blanca, una “yuxtaposición de edificaciones cuyo origen es un palacio mudéjar que posteriormente se amplió para convertirse en residencia de familias nobles y que, finalmente, en el XIX se adaptó a casa de vecinos”.
Con esta descripción, el redactor del proyecto básico y de ejecución para la reparación de las cubiertas del edificio (que ha obtenido licencia de la Gerencia de Urbanismo tras el visto bueno de la Comisión de Patrimonio), el arquitecto Ángel Garrido Burón, explica cuáles serán los trabajos que se realizarán para atajar las patologías detectadas y poner los medios con los que prevenir y mantener esas cubiertas en las próximas décadas.
El estado de dichas cubiertas, en términos generales, es “bueno” pero “adolecen de falta de limpieza debido a la dificultad de acceso”. Plantas, hojas, suciedad, humedades, sumideros y canalones taponados... “El difícil acceso a los paños de cubierta provoca que la limpieza de la misma se produzca con demasiada distancia de tiempo y que, por tanto, se acumulen residuos que terminan por producir diversas patologías”, señala el proyecto básico que ha pasado por la mesa de Urbanismo.
Se eliminarán las hiedras que han crecido, se limpiarán los faldones de cubierta de teja, se sustituirán tejas rotas y se colocarán aquellas que han sido desplazadas y se impermeabilizará la parte de la cubierta más dañada, entre otras cuestiones.
La ejecución de estos trabajos está presupuestada en poco más de 22.200 euros.
De cara al mantenimiento de esta zona del edificio, se realizará quincenalmente el barrido y retirada de suciedad de la cubierta y cada año, al final del otoño, se procederá a la limpieza de sumideros, cazoletas y bajantes.
Cada tres años, “es preciso hacer la prueba de estanqueidad y comprobar su buen funcionamiento” y cada diez, “una revisión completa, sustituyendo la lámina impermeabilizante si está degrada”.
La rehabilitación durante la última década del siglo XX “ha permitido la recuperación del edificio mediante un proyecto cuidadoso que ha puesto en valor los diferentes espacios del palacio”. El edificio fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1990 y está integrado en el sector 5 del Plan Especial de Protección de San Bartolomé, aprobado en 2004.