Los casos de Burjassot, Pulpí y Vila-real han sorprendido por su dureza y coincidencia en el tiempo
En los últimos días cuatro mujeres, dos de ellas menores de edad, han sido violadas en agresiones sexuales en grupo protagonizadas por chicos muy jóvenes que, según los expertos, comparten rasgos comunes: ausencia de culpa, consumo de alcohol y drogas y sin antecedentes delictivos.
Los casos de Burjassot (Valencia), Pulpí (Almería) y Vila-real (Castellón) han sorprendido por su dureza, coincidencia en el tiempo y por la corta edad tanto de agresores como de algunas de las víctimas.
Sin embargo, expertos consultados por Efe descartan un repunte de las agresiones sexuales en grupo y apuntan a una mayor sensibilización de la sociedad que, después del caso de los Sanfermines en 2016, muestra una menor tolerancia hacia este tipo de delitos que siempre han existido.
La profesora de la Universidad Pontificia Comillas y secretaria general de la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad (Fiadys), Meritxell Pérez, explica que las agresiones grupales suponen el 4 % de las violaciones cometidas por desconocidos de la víctima.
DIEZ AÑOS MÁS JÓVENES QUE LOS VIOLADORES QUE ACTÚAN SOLOS
En este tipo de agresiones -indica- los autores comparten ciertos rasgos que les diferencian de los violadores que actúan de forma independiente. Uno de ellos es la edad. "Lo que hemos visto es que las personas que agreden en grupo suelen ser bastante más jóvenes que los que agreden de forma individual, en torno a 10 años menos de media".
Además, es habitual el consumo de alcohol y drogas y que la agresión tenga lugar en un contexto de ocio. "El perfil de estos agresores es de mucha impulsividad, de falta de control de impulsos, son personas que no anticipan las consecuencias de sus acciones y están muy centradas en buscar sensaciones que les lleve a la excitación, el riesgo y la actividad sexual".
Además, a diferencia de quienes actúan de forma individual, estos agresores no suelen contar con antecedentes sexuales y muestran una ausencia de empatía hacia la víctima, además de no comprender que ella no quiera participar en el acto sexual.
"No conciben que lo que están haciendo sea un delito, porque para ellos es una forma de ocio, de pasarlo bien", y esto conecta en parte con el consumo de pornografía.
EL PAPEL DE LA PORNOGRAFÍA
"La pornografía les ha enseñado que las actividades sexuales en grupo son muy normales y creen que lo habitual es que la mujer quiera participar... Incluso creen que es una manera de que la chica se marque un tanto porque lo ha hecho con cinco hombres a la vez".
Para el doctor en psicología y profesor de la Universidad de Salamanca, Jesús de la Torre, el consumo de pornografía es un factor de riesgo más que se suma a otros, aunque considera que "no por ver porno van a querer reproducirlo en la vida real".
"Este tipo de delitos en grupo genera una despersonalización, que hace que los implicados no actúen como si fueran ellos mismos, sino que actúan como grupo y llevan a cabo acciones que de manera individual no harían", explica.
Basta con que una de las personas del grupo tenga un mayor empuje delictivo para que los demás actúen conforme a las reglas implícitas que se puedan establecer.
AGRESIONES SIN PLANIFICACIÓN Y COMO FUENTE DE DIVERSIÓN
En su investigación sobre por qué se cometen agresiones sexuales en grupo, de la Torre pone sobre la mesa las conclusiones de distintos trabajos que han evidenciado que estas agresiones apenas tienen planificación y comienzan como una fuente de diversión más que por motivos sexuales, se suelen enmarcar en las actividades que realiza el grupo en términos de autoestima y en ocasiones parecen ser una forma de entretenimiento.
Además, tras estos delitos los agresores buscan culpabilizar a las víctimas como forma de justificar el acto y negar el daño causado. La atribución de culpa es mayor cuanto menor es la resistencia de la víctima con el argumento de que si la mujer no se resiste o no se opone de manera eficaz es porque quiere tener esa relación sexual.
Ambos expertos coinciden en la importancia de una educación afectivo-sexual que enseñe a los jóvenes cómo relacionarse con el otro, la cuestión del consentimiento o el papel que juega la pareja en la relación sexual. "¿Es un mero objeto sexual o es alguien con quien comparto un acto muy íntimo?".
AUMENTO DE DELITOS CON VÍCTIMAS MENORES DE EDAD
Esta misma semana, los presidentes de los tribunales superiores de Justicia, reunidos en Vigo, han mostrado su "enorme preocupación" ante el aumento de delitos de naturaleza sexual en los que las víctimas son menores de edad, también dentro de su propio entorno familiar.
Las últimas estadísticas del Ministerio del Interior se refieren a 2020, el año clave de la pandemia, cuando se registraron 13.174 delitos contra la libertad sexual (un 14 % menos que el año previo).
En 415 de ellos, hubo dos o más agresores. El año previo se había registrado 483 delitos sexuales cometidos en grupo.