En la batalla diaria, a veces no gana quien dice la verdad sino quien cuenta la mejor historia. Desde el llanto de un niño al rugido de un volcán, de los infantes de hoy a los científicos del mañana, del juego a la investigación, aprendemos , desaparecemos y reaparecemos.
Construyendo historias, nos forjamos en conocer las personas y analizar las situaciones , elaboramos ideas y palabras que quieren comunicar algo, hacemos un relato, incluso podemos descubrir ser mejores y como vivir juntos de la mejor manera posible, y vamos creando y creyendo en el lenguaje que pintamos con palabras.
Algo sucede y cuando lo transmitimos se nos convierte mágicamente en horizontes de esperanza o hundimientos y desesperaciones., con una sola o con mil palabras , entre preguntas y sorpresas que nos enganchan y rosarios de fantasmas y personajes reales.
Pero al contar cualquier historia, y si pretendemos que sea buena , no solo nos tenemos que conformar con comunicarnos , sino que hemos de ser más ambiciosos, e intentar ir más para allá, del transmitir conocimientos o compartir experiencias.
Hemos de conseguir atrapar en quienes nos leen o nos oyen un impacto con fuerza y con un efecto duradero , con lo que quienes nos lean o nos oigan, se transformen en nuestros mejores aliados para transmitir nuestra historia y la alimenten convirtiéndola en el mejor de los relatos.
Hay quienes piensan bien y transmiten mejor, pero tal vez les falte ilusión y sobre todo emoción , donde sobran argumentos racionales. Si comenzara a contarles que unos seres extraños han llegado a nuestro Planeta, procedentes de otra Galaxia y de un espacio interestelar en el que se había descubierto vida muy similar a la existente en la Tierra, es posible que quienes a este comienzo se acercaran, se sintieran sorprendidos y atraídos.
Si en lugar de emplear los vocablos más raros , difíciles, crípticos y complicados de entender, jugara con ideas y palabras sencillas, que fueran fáciles de recordar , los lectores y oyentes se quedarían hambrientos y con ganas de adentrarse más en lo que va sucediendo, habremos logrado un importante objetivo.
En ese engancharnos con la historia hemos de establecer vínculos emocionales, con la trama, con los personajes y con los lugares , de tal manera que nos parezca lo más creíble y objetiva posible, aunque todos desde el sentido de unidad y continuidad puedan cambiarse permanentemente.
Todo lo que coloquemos sobre la pantalla del ordenador nos tiene que resultar desde lo intrigante, atractivo y fácil de recordar en sus secuencias y anécdotas , y ha de sonarnos a una historia verdadera, no a algo prefabricado, honesta y no falsa , y transparente, sin escondrijos que resulten inverosímiles.
Hay que tener en cuenta, cuando pretendemos elaborar una buena historia, a quien la queremos dirigir y que hoy en día nos movemos en un mundo interconectado: Lejos de sofocaciones y tribulaciones, tenemos que saber cambiar las direcciones y los rumbos de nuestras palabras.
Mantener los argumentos y los personajes en la oscuridad , sin saber desenmascararlos, con sus enfados y decepciones, desconectándolos de todo lo que signifique una tarea monótona y aburrida, o refugiarnos en la frivolidad y la falsa diversión.
Compartir una buena historia con los demás, entre lo duradero y lo efímero, es una oportunidad de ser feliz , y no debemos guardarla en un cajón , y lograr qué sin esperas ni demoras, sin prisas ni precipitaciones, los vientos nos sean propicios.