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Ya muchos descontentos

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Son pocos en España, aunque hacen mucho ruido, los que amparados en actitudes del Gobierno, se manifiestas detractores de la religión católica en una manera demasiado acentuada que, aprovechando las situaciones laicistas en las que estamos resultan demasiado agresivos, aunque sabiendo que con eso no van a conseguir nada en absoluto, ya que la mayoría de los españoles no lo aprueban, y es que en España como católicos practicantes y no practicantes estamos muchos millones  dentro de la fe, a los que no nos sienta nada bien esta desmesurada y muy partidista situación, al considerarlas además, en ciertos casos, unas decisiones ultrajantes.

Algunos prefieren como predominante que sea el laicismo lo que se lleve a efecto en nuestra Constitución, importándoles menos la falta de trabajo, de vivienda, el respeto a las ideas y religiones, a los reyes y a las imágenes sagradas, que les parece como cosas secundarias.

Y es curioso que, teniendo esta tendencia anticristiana, algunos señores de la izquierda más acentuada llevasen a sus hijos y nietos, en anteriores circunstancias, a colegios religiosos.

¿Qué es lo que está sucediendo ahora en contra la Iglesia? ¿Acaso la pretensión descarada de un acoso y derribo?

En mi entender ZP no va por buen camino en esos menesteres  y menos al ir dando palos de ciego por si acierta, y esa irregular e inconveniente política la vamos sufriendo todos los españoles, que si no estamos ya en recesión poco nos queda para entrar, según están las cosas y dicen lo expertos europeos.
Muchos países  padecen la crisis económica, pero España está entre las más afectados, y con unas y otras cosas tratan de distraer la atención del ciudadano. Y que conste que no lo digo como simpatizante de Mariano Rajoy, desde la posición de la derecha, sino como ciudadano demócrata.

Nuestro Gobierno  no puede continuar dentro de la incertidumbre y menos fluctuando en lo que se debe o no debe hacerse, y es que ahora Zapatero pretende ser muy amigo de Barak Obama,  al existir unas circunstancias comunes, según dice, queriendo diferenciarle de George W. Bush, pasando de la enemistad del uno a la amistad del otro, pero sin tener en cuenta, ni desear acordarse de ello, que el desprecio no fue hacia Bush sino hacia la bandera norteamericana, y que los habitantes de ese país, a pesar de todos los defectos que puedan tener, son muy patriotas, y aunque la ofensa fue callada, sólo en el gesto de indiferencia de Zapatero a su bandera, lo llevan en un desagradable recuerdo.

Creo que el señor Rodríguez Zapatero anduvo por malos caminos y en malas compañías en aquella su primera legislatura, y aunque en esta trata de dar un giro más meditado y conveniente, enmendando algunos errores,  ahora por él reconocidos, y que mucho se vieron, pero que no le resultará fácil, a pesar de ello, situarse en buena posición y mucho menos al haberse enemistado con los obispos, un elevado número de guardias civiles y policías nacionales, que son fuerzas de seguridad del Estado, en los que se apoyan, y ahora  tenemos a los jueces  encontrados con el señor Bermejo.

Y es que las cosas en España no están para tirar cohetes, a pesar de todas las palabras esperanzadoras del señor Zapatero, que ya sabemos que es muy optimista, lo que quiere trasladar con sus sonrisas y ademanes pacificadores a todo el pueblo español, tal vez por así convenirle.

Pero resulta que muchos españoles ya  sabemos que el presidente del Gobierno lleva una política de confrontación no conveniente al sentir general y la idiosincrasia del pueblo español, navegando río arriba en contra de la corriente, pero que cuando se canse en su esfuerzo de remar, la barca será arrastrada río abajo por el impulso del agua, volviendo todo a sus situaciones normales.

Si el señor José Luis Rodríguez Zapatero estuviese en verdad a la altura de lo que necesitamos los ciudadanos, iría dando ese giro hacia el centro, con suavidad, tratando de no ofender ni agraviar a nadie con innovaciones desagradables, llevando en la mente y en el corazón sólo el engrandecimiento de España y de los españoles.

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