“Era una cuestión de reducir tanta ñoñería”, explicó entre risas el director en una entrevista con EFE, y añadió que, además, quería brindar a su público “la oportunidad de ver en estas fechas algo más malicioso”.
La película habla de la lucha de un cura (Stephen Billington) por liberar del demonio a su sobrina de quince años, Emma (Sophie Vavasseur), que lleva una vida relativamente normal con sus padres (Richard Felix y Jo Anne Stockham) y su hermano pequeño (Lazzaro Oertli) y que tiene por vecinos a sus tíos y a unos primos de su edad.
Pero también habla del inconformismo de los adolescentes de hoy, de las mentiras familiares, del riesgo, de la desconfianza, de la manipulación...
“La idea era aplicar una lente de aumento al microcosmos familiar y lo que pasa cuando entra en él un elemento irracional, en este caso una posesión diabólica, pero igual sería una adicción, o un novio que no debería tener, o una enfermedad... y partir de ahí ver cómo reacciona la familia”, explicó el director a EFE.
Y remarcó: “la familia puede ser la mayor de las bendiciones y también la mayor de las condenas, es una institución frágil que acosada por fuerzas externas, se desmorona fácilmente”.
Las fuerzas que destruyen a los Evans son tan antiguas como la propia humanidad y van ligadas a la existencia o no de Dios y del diablo.
“Creo en la figura del demonio para proyectar el lado salvaje o animal que tenemos, la naturaleza atávica de nuestro interior”.