El Levante salvó un punto (2-2) a tres minutos del final de un partido en el que el conjunto valenciano no jugó bien, pero en el que al Espanyol le faltó ambición para asegurar el triunfo cuando ganaba por 1-2.
Tras un comienzo interesante, el partido fue de más a menos, ya que el Levante se mostró desorientado, sobre todo tras el descanso, cuando el Espanyol, sin ofrecer una imagen brillante, tenía controlado el encuentro, aunque no supo rematarlo.
Sin embargo, una acción aislada propició el empate a dos y unos minutos finales en los que, a base de garra y coraje, el Levante estuvo cerca de dar la vuelta al marcador.
El partido dio comienzo a buen ritmo por parte de los dos equipos, aunque con más proyección ofensiva por parte del local.
Sin embargo, en la primera aproximación del Espanyol a la portería de Mariño, un rechace del meta levantinista fue aprovechado por Lucas Vázquez para abrir el marcador con un remate cercano.
Apenas tuvo tiempo el Espanyol de saborear el gol. Tres minutos después, a la salida de un córner, Simao estableció la igualada de un cabezazo certero.
Aunque el gol dio fuerzas al Levante, el control del partido le duró pocos minutos después de la igualada y el encuentro se niveló muy pronto.
A partir de entonces, el partido perdió la vistosidad de sus primeros minutos, ambos equipos perdieron muchos balones y apenas se registraron ocasiones de gol.
Cuando parecía que se iba a llegar al descanso con una igualada que reflejaba el equilibrio de fuerzas del primer periodo, un balón interior que llegó al ecuatoriano Caicedo, ex jugador del Levante, propició el 1-2 también en un remate muy cercano.
Aunque el Levante no había tenido muchas ocasiones de gol, había sido capaz de jugar cerca de la portería del Espanyol, un equipo que fue capaz de aprovechar las dos ocasiones que tuvo en la primera mitad.
El Levante llevó la iniciativa en el juego y tuvo un par de llegadas peligrosas en los primeros compases de la reanudación, pero las pérdidas de balón eran constantes y aunque territorialmente controlaba el partido, el Espanyol no llegaba a sentirse incómodo y esperaba su opción al contragolpe para cerrar el encuentro.
Con media hora por delante, el técnico local, Lucas Alcaraz, retiró al lateral López y dio entrada a Rubén para crear juego en la línea media, al tiempo que se produjeron los cambios naturales de José Mari por Simao y, en el Espanyol, de Stuani por Caicedo.
Poco cambió la dinámica del juego tras las sustituciones, ya que las ganas, que no el juego, de los locales no intimidaban al Espanyol que, además, no dejaba de crear peligro cuanto tenía la oportunidad de acercarse a la meta local.
Las imprecisiones por parte de ambos conjuntos eran frecuentes, pero perjudicaban más a un Levante con urgencias, que fallaba una y otra vez en balones aparentemente fáciles.
Pese a ello, de vez en cuando se presentaba algún destello ante una y otra portería, en especial un balón de Barral al larguero (m. 78), pero predominaban los desaciertos, los errores y las pérdidas constantes de balón en una segunda mitad de ida y vuelta, en la que Mariño realizó un par de buenas intervenciones.
El Levante encontró premio a su tesón en el tramo final del encuentro con el gol de Víctor Casadesús, que dio una emoción especia a un encuentro en el que los locales evitaron la derrota pese a jugar mal y el Espanyol no fue capaz de atrapar el triunfo a pesar de su mayor calidad.