Un gol de Luis Suárez a los 55 segundos y otro de Messi, en la última jugada del tiempo añadido, permitieron al Barcelona sumar los tres puntos (2-0) ante un gran Valencia, que dio una lección magistral en la primera media hora de partido y encogió el corazón de los más de 92.000 aficionados culés que acudieron hoy a arropar a su equipo.
Luis Enrique intuyó que sus hombres iban a sufrir hoy más de la cuenta y, por eso, pidió en la víspera la ayuda de la afición. Que tiemble el Camp Nou, dijo. Y el Camp Nou tembló, pero viendo cómo el Valencia amenazaba en cada llegada con dejar a su equipo sin Liga.
Y eso que el Barça se encontró con todo de cara con el temprano gol de Luis Suárez, que culminó con un tiro raso y cruzado una contra lanzada entre Busquets y Messi cuando aún no se había cumplido el primer minuto de juego.
Al Valencia, el inesperado tanto azulgrana no le alteró. Sabía que su rival venía de hacer una esfuerzo extra ante el PSG en la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones, que no hacía ni 72 horas que había regresado, de madrugada, de París, y que hoy, en un partido disputado de nuevo a la hora de la siesta, le iban a pesar algo más que las botas.
Asfixió su salida de balón presionando muy arriba, buscando la recuperación en campo contrario, tras cada pérdida. Y vaya si lo consiguió.
Al Barça la posesión no le duraba ni un suspiro. Los balones se rifaban con Xavi de mero espectador, Messi tenía que bajar al mediocampo a recibir algún balón, Neymar, perdido en la banda, ni existía, y Dani Parejo, André Gomes, Feghouli y Javi Fuego campaban a sus anchas en cada transición visitante.
A los diez minutos, el Valencia pudo empatar cuando González González señaló penalti tras un contacto dentro del área entre Rodrigo y Piqué, que protagonizó unos primeros veinte minutos para olvidar, pero Claudio Bravo adivinó el lanzamiento de Dani Parejo.
Pero hubo más. Alcácer tuvo tres para igualar -la más clara la estrelló en el poste- y Rodrigo y el argentino Nico Otamendi también tuvieron una cada uno.
Mientras, el Barça seguía sin dar señales de vida. Cada vez la perdía más rápido y, cuando quería recuperarla, siempre llegaba tarde. Todos los duelos individuales caían del lado 'che' y hasta Barragán se animaba a subir la banda y sumarse a la oleada de juego ofensivo de sus compañeros.
Aun así, no solo los azulgranas salieron vivos de la primera mitad, sino que estuvieron a punto de marcharse al descanso con 2-0 en el marcador.
Sin embargo, Messi perdonó con la derecha, con Diego Alves prácticamente batido, cuando lo mas fácil hubiese sido enviarla al fondo de la red.
Luis Enrique movió ficha en el descanso. Sentó a Adriano y metió a Rakitic para reforzar el centro del campo, retrasando a Mascherano al eje de la zaga y desplazando a Mathieu al lateral izquierdo.
El experimento de juntar a 'Masche' y Busquets en la medular no había salido bien y, tras corregir el error, el Barça empezó a ser más reconocible.
El conjunto catalán se hizo con el control del partido y el Valencia, con un centrocampista más del que preocuparse, dio un paso atrás.
Neymar avisó con un cabezazo en plancha y Messi con una falta que estrelló en la cruceta. El conjunto valencianista ya no tenía el balón ni presionaba como en la primera parte. Tampoco se acercaba ya a la portería defendida por Bravo.
La buena noticia para el conjunto levantino era, no obstante, que el partido aun estaba en el aire y que su oponente, no parecía tener fuerzas suficientes para cerrarlo.
Nuno apostó por sacar a Negredo por Alcácer para jugar los últimos veinte minutos, pero el Valencia solo tuvo una ocasión clara en toda la segunda mitad: un disparo a bocajarro de Rodrigo que un inmenso Bravo desvió a córner.
De ahí, al final, el Barcelona se dedicaría a tocar y tocar rondando el segundo. Este llegó en la última jugada del tiempo añadido, con el Valencia volcado en ataque en busca del empate.
Messi recibió solo en el círculo central y, justo de fuerzas inició una cabalgada hasta encarar a Diego Alves, que adivinó la intención del delantero argentino de picarle el balón.
Sin embargo, no pudo atajar el cuero y Messi se llevó el rechace para rematar a gol y hacer que por fin respirara tranquilo el Camp Nou.