La peatonalización de calles que traerá consigo el Plan de Movilidad del Centro Histórico al que la Junta local de Gobierno ya ha dado luz verde tendrá especial incidencia en el barrio de San Miguel y su entorno, más concretamente en las manzanas que quedan comprendidas entre las calles que forman parte de la red básica. Será ahí donde se restrinja el uso del coche particular, en favor de unos itinerarios peatonales “continuos, accesibles, confortables, seguros y atractivos”.
El documento al que el Ayuntamiento le empezará a meter mano el próximo año ha estado sujeto ya ha exposición pública, pero lo cierto es que en la práctica muchos colectivos, bien porque no se les ha considerado interlocutores, o por otras razones, han reconocido a este medio que desconocen las líneas más básicas de este plan. En cualquier caso, lo que sí tienen claro foros tan implicados en el diseño de la ciudad que quieren para el futuro como la asociación cultural El Arrabal de San Miguel es que siempre van a defender un modelo de peatonalización integrada “que responda a un cuerpo completo”, a “un modelo de ciudad” y no a una intervención “aislada”, indica José Luis Fuentes, portavoz de una asociación que no es un colectivo cultural al uso ni mucho menos.
Prueba de ello son iniciativas como las jornadas del uso del espacio público que con tanto éxito organizaron 2015 y 2016 en el barrio, en el marco de su defensa del uso cotidiano del espacio público desde su creación en 2014.
La identidad de la ciudad
Precisamente, lo que tienen claro que no quieren para San Miguel ni, por ende, para el centro histórico, es que la peatonalización convierta a determinadas plazas y calles en una “masificación de terrazas de bares”, apunta, para referirse expresamente al caso de la Plaza del Arenal. Tampoco compartirán un modelo de peatonalización a costa de desviar el 50% del tráfico a las calles adyacentes, como ocurrió en su momento con Fate.
En esta asociación son partidarios de recuperar espacios de encuentros, tanto a nivel público como particular, para hacer más atractivo el entorno del centro histórico para vivir, más allá de limitar las rehabilitaciones de a apartamentos turísticos u hoteles “que no van con la identidad de nuestra ciudad”.
Para ello proponen un debate más intenso, que implique desde vecinos, a colectivos sociales y culturales, administraciones e instituciones.
