En ocasiones nos lanzamos al vacío, sin pensar en las consecuencias de nuestras acciones, otras andamos con pies de plomo y tenemos mucho cuidado con cada uno de nuestros pasos. Somos las mismas personas pero distintos personajes...
Nuestras rutinas nos llevan a repetir una y otra vez el mismo papel, y parecemos un personaje clónico, aunque a decir verdad, con mil caras. Dicen que el gusto está en la variedad, que los contactos nuevos nos permiten tener perspectivas de futuro y acabar con nuestras dudas.
Hemos de tener más confianza en nosotros mismos, para viviendo a tope y expresar lo que sentimos ser capaces de dirigir nuestras vidas. Somos como el mar, que aunque siempre nos parezca el mismo, cada minuto es distinto en sus colores, olores y movimientos,
Avanzamos entre la lentitud y la rapidez, aunque cuando nos encontramos en plena forma, nos sentimos dinámicos, en el que percibimos que lo que tanto habíamos deseado, estaba llegando y no podíamos rendirnos, y podíamos sumergirnos a fondo hasta el más mínimo detalle.
Otras veces, entre indignidades y sinvergonzonerías, tenemos la sensación de que todo se acelera, no podemos permanecer quietos y necesitamos lanzarnos a la búsqueda de nuevas ideas. Tenemos que estructurar mejor nuestros proyectos y acabar nuestras tareas.
También hemos de ser respetuosos con los comportamientos ajenos, defender a capa y espada lo que consideramos justo, y aunque nos mostremos sensibles, hemos de procurar no ser vulnerables. No convertir el paraíso de la alegría en el de la tristeza.
Hay personajes que propician debates absurdos sobre lo que nunca hubo y ahora dicen que hay, sobre sendas que jamás serán caminos o transformaciones que nunca se producirán, con alusiones provocadoras y sofisticaciones extremas.
Entre una y otra cara, así entre luces y sombras, entre optimismos y pesimismos, lo mismo y nuevas oportunidades, vamos mostrando nuestros lados más tolerantes e intransigentes, sobrevolando por encima de nuestras preocupaciones para intentar encontrar soluciones a nuestros problemas.
Si nos metemos en batallas, no debe ser para perderlas sino para todo lo contrario, debemos saber pedir lo importante y valorar lo que se nos ofrece, ser capaces de cambiar algunas costumbres para ser más eficaces en nuestros objetivos.
En ocasiones nuestras fogosidades e impertinencias, arraigos y desapegos, nos abren las puertas a muchas satisfacciones, con un toque de elegancia, lejos de cualquier patrioterismo barato. Cuando nos sentimos útiles estamos llenos de energía, produciéndonos un gran placer el compartir y los intercambios
Todos necesitamos nuestro espacio para mostrarnos comprensivos y generosos, para hacer valer nuestra autoridad con actos que dirán más que todos los discursos posibles, calibrando nuestros pensamientos antes de explicar nuestros proyectos.
Escuchemos lo que nos dice nuestro cuerpo, y no hagamos caso de aquellos que buscan silenciarlo. El exceso de obligaciones puede llevarnos al estrés y a la ansiedad, por eso debemos ser siempre conscientes de nuestros límites.
No necesitamos ataduras y debemos procurar no enfadarnos ni discutir inútilmente, y saber utilizar nuestro magnetismo para convencer y conquistar.