No hay términos absolutos, no hay colores sin mezclas. La vida está llena de matices, y entre el blanco y el negro hay una rica gama de grises. Vamos buscando la coherencia,entre declaraciones de intenciones y realidades intencionadas.
Entre amores y desamores, engullir y reducir, alabar y criticar, grandes cambios e inmovilismos, aprendemos a no abarcar demasiado y dosificarnos mejor, superamos la apatía y transmitimos vitalidad y felicidad a todo el mundo, somos claros y contundentes en la reafirmación de nuestros principios y valores.
Blanco o negro, hemos de elegir sin transmitir mensajes equívocos, para que no haya viejos sin pensiones, niños sin infancia y mujeres acosadas y violadas. Necesitamos serenarnos y olvidarnos de los problemas y no dejar que los arboles nos impida ver el bosque.
No debemos encerrarnos y limitarnos a nosotros mismos, siendo honestos y sin mentirnos, siendo flexibles y acomodándonos a las circunstancias, moviéndonos entre las palabras más bonitas y los vocablos más feos.
Tontos o genios, están entre los que se defienden y los que se ofenden, encerrados en resbalamientos y oscurecimientos, sin acostumbrarnos ni a nosotros ni a los demás a ser obedientes, porque siempre nos tocará obedecer.
Superando todas las dificultades que se nos presentan en el camino, basta un solo minuto para que los demás o las circunstancias nos conviertan en un héroe, pero sin embargo habremos de trabajar toda una vida para que seamos considerados como personas justas y de bien.
Hemos de tener cuidado con los enemigos que nos creamos, y como decía Shakespeare “Con la hoguera que encendemos, no sea que nos chamusquemos a nosotros mismos”, y tenemos que saber que aunque nos durmamos con el recuerdo de la muerte, tenemos que levantarnos con el pensamiento de la vida, porque ésta es corta.
Aprendemos en ese camino entre lo blanco y lo negro, que no podemos considerar lo pequeño como poco ni lo grande como enorme, que entre el hasta siempre y el hasta nunca, hay momentos y gentes para todo que nunca comienzan o que jamás terminan.
Disfrutamos de todo el arco iris, y hay momentos para dejarse llevar y otros para aclarar las cosas, para compartir con los demás o pretender controlarlo todo, para no dejarse afligir ni estar agachados y levantarnos con fuerza y dignidad.
Hay quienes no son que no sepan sino que no quieren saber, y se envuelven en las mentiras, alejándose de la realidad y dejándose arrastrar por la propaganda, ignorando como dice el proverbio que “las grandes obras las sueñan los genios locos, las ejecutan los luchadores natos, las disfrutan los felices cuerdos y las critican los inútiles crónicos”
No me gustaría finalizar este artículo sin una llamada a la reflexión, a que seamos capaces de relativizar nuestro papel en el mundo, que hay cosas por las que merece la pena que nos preocupemos, pero no podemos caer en la cortedad de miras de preocuparnos y proyectar una enorme sombra de algo muy pequeño.
Desde los blancos a los negros, entre imágenes, textos y fotografías, inquietudes y tranquilidades, carencias y abundancias, duelos y peleas, chantajes y lealtades, inconvenientes y facilidades, no idealizamos a quienes no tienen más méritos que ser famosos y demonicemos a los que se rebelan desde el anonimato.