Que en España somos muy dados a la polarización no merece argumentario por lo evidente. En cuanto a las infraestructuras ferroviarias, también. El levante español, desde Cataluña a la Andalucía oriental pasando por la comunidad valenciana y Murcia, defiende la necesidad del
Corredor Mediterráneo, que conectará África con el centro de Europa a través del Gran Eje Transeuropeo.
Al amparo de esa demanda, se constituyó un
grupo de presión empresarial valenciano que creó el movimiento
#QuieroCorredor y ayer reunió a unas 1.800 personas en Madrid, acto reivindicativo -el séptimo- para exigir la finalización de las obras de esa gran infraestructura con la presencia del secretario de Estado de Transportes, David Lucas.
Ese
lobby cuenta con un
altavoz mediático tan potente como la fortaleza económica de las instituciones y empresas que le respaldan. Hablan de la trascendencia de esta infraestructura para la economía de España; de una parte, diría yo. Sin embargo, omiten, por acción u omisión, el otro corredor o eje ferroviario, el Central, que parte de Algeciras, continúa por Antequera, pasa por Córdoba y Madrid con destino a Zaragoza y Barcelona.
¿Qué sería lo ideal? Que los dos corredores se ejecutaran en tiempo y forma ya que, según datos del Gobierno andaluz, el PIB de la comunidad crecería un 4% con ambos.
¿Cuál es la realidad? Que gracias a ese grupo de presión, el Corredor Mediterráneo será, previsiblemente, una realidad en 2030 que beneficiará a puertos como Barcelona y Valencia frente a su gran competidor: Bahía de Algeciras. Salvo tímidos intentos desde el Campo de Gibraltar por poner el foco en la importancia del Central, no existe un apoyo institucional y empresarial claro para recordarle al Gobierno la relevancia de este proyecto al que se conectaría Portugal (Sines) además de otras provincias andaluzas.
Sólo la ejecución de la
autopista ferroviaria entre Algeciras y Zaragoza, que entrará en funcionamiento en 2024 con el objetivo de retirar unos 48.00 camiones de la carretera, es un paso pero insuficiente. Ahora que se han celebrado los
Grammy Latinos en Sevilla, he de decir que el Gobierno andaluz tiene el
corazón partío. Quiere en funcionamiento los dos grandes ejes ferroviarios, pero no se decanta nítidamente por ninguno de ellos. En el Levante lo tienen claro: primero lo nuestro y las obras, por el norte.