Ciudadanos Jerez celebró este viernes su cuarto cumpleaños con un almuerzo al que se sumaron compañeros llegados desde toda la provincia. Como cabezas visibles, el coordinador local, Jesús García; el portavoz municipal, Carlos Pérez, recién nombrado candidato número uno al Senado por la provincia; y la parlamentaria María del Carmen Martínez, ahora número uno al Congreso. Las cifras registradas en estos cuatro años son para celebrarlo: en su estreno oficial en una campaña, en las autonómicas de febrero de 2015, el partido logró 12.034 votos en la ciudad. En mayo de ese mismo año, sin apenas recorrido y con un candidato desconocido, sumaron 7.999 votos en las municipales y lograron dos concejales. En diciembre de 2015, con motivo de las generales, consiguieron 18.364, y apenas seis meses después, con la repetición de las elecciones, se quedaron en 17.195. En la última cita electoral, en las autonómicas de diciembre de 2018, se convirtieron en el partido más votado en la ciudad y marcaron su mejor registro hasta la fecha: 20.859 votos.
Los números hablan por sí solos, aunque hace tiempo que alguien se atrevió a plantear una pregunta incómoda: ¿esos resultados eran mérito de la labor y la implantación del partido en la ciudad o mero efecto de la marca?-. Y la pregunta ha terminado por responderse sola: el hecho de que el partido lleve desde finales del año pasado reconociendo veladamente que anda en la búsqueda de un independiente para liderar la candidatura a las municipales en Jerez es la prueba más palpable.
Incluso lo ha admitido esta semana el parlamentario Sergio Romero con una evasiva boomerang al reconocer que la formación naranja “tendrá muy en cuenta el trabajo que se ha hecho en Jerez y en el resto de los municipios” a la hora de valorar las opciones de cada candidatura: si están buscando candidato para Jerez, ya nos está dando el tipo de valoración realizada. Y lo mismo puede valer para Cádiz, nuevo escenario de conflicto provincial.
El partido, en cualquier caso, hará las valoraciones y suspenderá la labor de las agrupaciones locales que considere oportunas, pero todo apunta a que la dejación de funciones va desde arriba a abajo, ante la falta evidente de una estructura aún en ciernes. El dictamen no es sólo consecuencia de las bases, a las que se ha dejado evolucionar sin criterios consistentes a la hora de desarrollar su labor, como partido y como grupo municipal, mientras persistía el feliz contagio de los resultados en las urnas, como si fuera la consecuencia de un todo y no de una parte, la que encarnan Albert Rivera e Inés Arrimadas.
¿Pasa pues la solución por cambiar de candidato? En el caso de Jerez no tendría por qué, salvo que se tratara de un fichaje estrella -y no suelen abundar- que pueda aportar un plus a las opciones del partido, de ahí que no se entienda el empeño por descabalgar del número uno a Carlos Pérez, cuyo compromiso con las siglas sigue intacto pese a que a su alrededor no paran de moverle una silla que tampoco hay que descartar que termine ocupando por cuestiones de inevitabilidad.
De momento, a Pérez le han reconocido el gesto con la candidatura al Senado, que ni quiere decir que resulte elegido ni que no la pueda compaginar con la de las municipales, pero marca una senda, la de que cunda el ejemplo que no ha sido posible en Cádiz capital. La baja de sus dos concejales y su paso al grupo mixto, después de conocer que no contarían con ellos en puestos de salida, ha situado al partido en ese tipo de situaciones de las que todos huyen, sobre todo cuando se acercan unas elecciones: nada más negativo que una división interna de cara al electorado y con tan escaso margen de maniobra.
Ciudadanos podría encontrar consuelo mirando al PSOE, incluso a Podemos, pero ellos están en otra batalla que no es la suya. La suya pasa por la consolidación de las siglas en las elecciones municipales, por su legítima aspiración al poder; y el cronómetro, a estas alturas, corre en su contra, por mucha marca que valga.